Dinorah, o La Peregrinación a Ploérmel, Jacobo Meyerbeer

[Le pardon de Ploérmel]. ópera fran­cesa, semiseria, en tres actos, sobre libreto de Jules Barbier y Michael Carré. Su estreno tuvo lugar en Milán en 1859, cantándose con una traducción de Aquiles Lanziéres. La clave del argumento de esta obra radica en comprender algunas de las pocas y no muy claras frases que salen de los labios de los tres personajes principales: Dinorah, una especie de «Niña loca de amor» trai­cionada, que vaga por los montes de Bre­taña, en compañía de su cabrita blanca; Hoél el novio que la abandonó el año ante­rior por la vaga esperanza de hallar cierto tesoro, y Corentino, un tipo cómico de campesinillo con la cabeza llena de pavorosas leyendas de su país, y siempre asustado con la idea de que la reina Korigane le obligue a bailar hasta morir, como ella suele hacerlo. El subtítulo de la obra, tiene su origen en el hecho de que cada año, en cierta fe­cha, las parejas de prometidos van en pere­grinación a la iglesita de Ploérmel. No vale la pena de seguir los minuciosos particula­res de la acción. Más bien se puede consi­derar a esta obra como una «gran ópera» cómica en la que la música — alejada del ordinario estilo ampuloso del autor — es la más leve y la más bella que Meyerbeer haya escrito. Los tres trozos de la soprano: «Sí, querida cabrita», «Muchacha que el corazón entregaste al amor», y, sobre todo, «Sombra ligera», que nunca falta en el re­pertorio de una soprano ligera, son verda­deramente preciosos. También el barítono tiene una bella página en «Ya estás venga­da». La obertura es, sin duda alguna, el mejor trozo orquestal de Meyerbeer.

E. Magni Dufflocq