Caballo de Oro, Jánis Rainis

[Zelta zirgs]. Dra­ma del escritor letón Jánis Rainis (1865- 1929), compuesto en 1910 y considerado su obra maestra. El argumento es de fábula. La princesa encantada hace siete años fue yace dentro de un féretro de cristal colo­cado en la cima de un monte inaccesible. Siete cuervos son sus guardianes. Sólo po­drá ser libertada por el que logre subir al monte de cristal. Príncipes y gente plebeya intentan la prueba, puesto que el rey había prometido para el vencedor no sólo su rei­no, sino también la mano de la bella prin­cesa. En tanto que todos fracasaban en sus intentos, llega Antins (v.) un pobre simple de innata bondad que había sido arro­jado de su casa por sus hermanos después de haberle despojado de lo poco que su padre le había dejado al morir. En una fría noche, Antins encuentra a un pobre viejecillo que tiritaba mal cubierto por unas ro­pas destrozadas. Movido a compasión, le en­trega sus vestidos. Y el viejo mendigo, que no era otro que el Padre Blanco — la bondad divina, el enemigo de la Madre Negra que había encantado a la princesa — le recom­pensa con el mágico don de aparecer como el Príncipe Desconocido que, vistiendo es­pléndidamente y cabalgando un magnífico caballo áureo, sube al monte, alcanza la cumbre y rescata a la princesa. Una vez li­bertada, el Príncipe desaparece, no sin antes haber prometido volver el día de su boda, y guardándose el anillo que la Princesa le puso en el dedo, y sin el cual ella no pue­de seguir viviendo.

Entre tanto el Príncipe Rico urde todas las añagazas para conquis­tar a la Princesa, que sigue transtornada y sin querer reconocer en el Príncipe su ver­dadero libertador. En el día de sus nupcias surge Antins, vistiendo rústico vestido, y se presenta ante el rey, a quien muestra el anillo y hace una ingenua relación de lo su­cedido. Pero el Príncipe Rico impide que vea a la Princesa y aun logra apoderarse del anillo. Una vez que éste ya no perte­nece al verdadero libertador, la princesa debe morir, volviendo para siempre al fé­retro de cristal. Ya se ve llegar a la Madre Negra con sus cuervos. ¿Quién la salvará? Quien la toque morirá. No será el Príncipe Rico quien dará su vida por la de ella. Pero sí Antins, que no teme morir con tal que la Princesa sea salvada. Su sacrificio es el triunfo del bien. Los dos se ven salvados y felices y la Madre Negra se lleva a su presa: el Príncipe Rico. En la intención del autor estas imágenes de cuento visten un pensamiento. El Caballo de Oro no es más que una alegoría. La Princesa durmiente no es otra que la libertad nacional, exánime durante siete siglos y devuelta a la vida por los idealistas desinteresados, «Antins», nom­bre que ha pasado de propio a común, muestra de la popularidad de esta obra.

M. Rasupe