Claro antecedente de la poesía del siglo XVIII fue el conde Bemardino de Rebolledo, señor de Irián (1597-1676), ministro plenipotenciario de Felipe IV en la corte del rey de Dinamarca y uno de los privilegiados que gozó de la amistad de la reina Cristina de Suecia; procura en sus poemas evitar el culteranismo, pero su poesía, falta de una inspiración auténtica, y de fría exposición, raya con frecuencia en el prosaísmo, del que no le salva la elegancia con que en ocasiones intenta el autor adornarse.
Su metro preferido fue la silva y, en él, cultivó la lírica y la didáctica, los géneros que más convenían a sus cualidades, en especial el segundo de ellos. En la Selva militar y política, publicada en Colonia en 1652, trata de la ciencia militar en la primera parte, dando un interesante resumen de los conocimientos que de tal materia se tenían en su época, y de sus particulares ideas sobre política nacional e internacional en la segunda. Las Selvas dánicas, poema publicado en Copenhague en 1655, está dedicado a la genealogía y sucesión de los reyes de Dinamarca.
La Selva sagrada (1657) es una versión al castellano de los salmos, y es sin duda una de las composiciones más inspiradas del autor, que por ella y por sus Trenos de Jeremías, también traducción, merece ser salvado del olvido.