[Shéhérazade]. Tres composiciones para canto y piano de Maurice Ravel (1875-1937), según texto de Tristan Klingsor, compuestas en 1903 y transcritas por el propio autor para canto y orquesta. La primera, «Asia», una especie de ‘evitación’ al Oriente, es la única de amplías dimensiones.
Formalmente, consta de una invocación introductiva (con un tema oriental que reaparece, transformado, en el curso de la pieza y en la siguiente), y de una serie de estrofas, distintas entre sí, cada una de las cuales localiza los varios deseos del poeta («Quisiera ver Damasco y las ciudades persas con sus airosos alminares»; «Quisiera ver sombríos ojos de amor»; «Quisiera ver… los barrigudos mandarines bajo las sombrillas», etc.) en una particular idea musical, siempre confiada a la orquesta; con la primera estrofa empieza el viaje ideal («Quisiera marcharme con la goleta que esta noche se mece en el puerto»), con una especie de barcarola cuyos ecos sirven también para la conclusión de la pieza. La segunda y tercera («La flauta mágica» y «El indiferente») se mantienen, en cambio, en las proporciones normales de la breve lírica de cámara; particularmente notable es la segunda (una mujer que escucha tras una ventana la melodía de la flauta de su amado), que consta del diálogo entre el declamado de la voz y una amplia melopea de la flauta, ininterrumpida desde el principio hasta el fin, que constituye algo más que un presentimiento del célebre solo de flauta del ballet Dafnis y Cloe (v.).
La tercera (la inútil llamada de una mujer a un joven indiferente) no ofrece particularidades formales dignas de nota. Se escucha la voz después de un preludio instrumental muy desarrollado, con acentos de un lirismo sobrio aunque intensamente expresivo. En conjunto, las tres piezas nos muestran a un Ravel completamente original en sus medios estilísticos, aunque deslizándose un poco hacia cierta debilidad de contornos, que todavía no parecen completamente animados por la oculta firmeza rítmica e instrumental del Ravel maduro.
F. D´Amico