[Romances du Cid]. Con este título se suele citar la obra de Augustin – François Creuzé de Lesser (1771-1839), publicada en 1814: Le Cid, romances espagnoles imitées en romances francaises. El autor reelabora los antiguos romances españoles que forman el Romancero del Cid (v. Romancero) y cantan las gestas del héroe castellano Ruy o Rodrigo Díaz de Vivar, llamado también «Campeador» (v. Cid), desde su destierro hasta la conquista de Valencia y las grandes victorias sobre los musulmanes. El título con el que hoy se suele conocer la obra es el de la segunda edición (Romances du Cid, imitées de l´espagnol en vers français), impresa en París en 1821.
Creuzé de Lesser confesó que tuvo la «idea» de su libro gracias a uno de los volúmenes de la «Bibliothéque universelle des romans» que contenía una traducción en prosa francesa de los romances españoles dedicados a las empresas del Cid (la misma colección a la que recurrió Herder para su Cid, v.). Pero en realidad resulta evidente, con una breve comparación, que dicha traducción dio a Creuzé algo más que la idea; representó el texto indispensable del que se sirvió para la composición de los Romances, siguiendo fielmente al modelo incluso cuando se alejaba del original y limitando todo su esfuerzo a dar forma poética a dicha prosa a menudo pedestre. Los Romances de Creuzé de Lesser pueden, pues, definirse como imitación de una imitación. El autor pone de su parte, además de la versificación sensiblemente redundante, algunas adiciones sacadas de otras composiciones poéticas referentes al héroe castellano, cierto empeño en organizar la materia, para dar la impresión de un clasicismo externo, y liberar al relato de lo que le parecía inútil o insignificante o llevaba de modo demasiado bárbaro la huella de la época; efectuando además una especie de depuración moral (con lo que quitó la mayoría de las veces al texto español el sentido de fuerte y original lozanía).
La obra de Creuzé, hoy olvidada, es uno de los primeros documentos de aquel «españolismo» que se convirtió muy pronto en uno de los caracteres típicos del Romanticismo, especialmente del francés; no puede negársele el mérito de haber producido un conocimiento más amplio y preciso de las composiciones españolas sobre la leyenda del Cid (v. también la voz general Cid).
G. Macchia