Libro de poemas de Fernando de Villalón-Daoíz y Halcón (1881-1930), publicado en 1927, en la colección aneja a la revista poética «Litoral», y dedicado a Juan Ramón Jiménez, en recuerdo de la compartida «niñez encarcelada en los Jesuítas del Puerto».
Comprendida en el movimiento poético que superó al Ultraísmo (común designación para diversas tendencias), la obra de Villalón se enraiza también en el sentir popular, en la inspiración del romance (recuérdese el Romancero gitano, v., de García Lorca). De este sentir campero y ancestral, de la vibración del torero, del garrochista y del contrincante de moros y franceses, surgen los romances en los que la narración es tan sólo sugerencia, evocación de épocas y voces. Los romances del 800 propiamente dichos son nueve. Reciben su nombre de otras tantas fechas significativas del siglo pasado: [ 1 ] 801, [ 1 ] 808… Sus temas abarcan: la muerte del torero Joseph-Hillo, «el de la peineta grana, que a marquesas enamoras, y en los cosos toros matas»; la vocación religiosa de don Juan Fermín de Plateros, que, jinete en su jaca, va en busca de la paz claustral; el levantamiento de Riego en Cádiz, en 1820; la muerte del Espartero, y sobre todo el que lleva por título «825», «Diligencia de Carmona, la que por la Vega pasas», diligencia asaltada a poco por el bandido generoso Luis de Vargas y sus seis cómplices, «siete pensamientos puestos en siete locuras blancas».
Después de éstos y de «Otros romances», se encuentran las «Letrillas» y las «Gacelas». Las primeras cantan la juvenil aventura amorosa en un tono entre ingenuo y picante: «Tu madre me ha dicho que no venga más, / que tú eres muy chica y yo muy zagal». Las segundas, adoptando una denominación de origen semita, vigente en Persia para la poesía, agrupan la que se considera producción más genuina de Villalón. En la «gacela», no se presenta exclusivamente una composición de índole amatoria. Son variadas y de ambientes tan dibujados como el de los contrabandistas, el de los marineros, de los jardines, de los garrochistas, y, fuera de la clasificación, «La oración de San Antonio». Al primer grupo pertenece la estrofa que pregunta «¿Adonde vas con tu jaca y una herradura de menos, / si en la barranca del río están los carabineros…?» Al segundo grupo el requiebro: «Qué se me importará a mí que se sequen las salinas, / mientras que te tenga a ti». En cambio, «La oración de San Antonio» es narrativa y onomatopéyica. Presenta al santo, camino de Portugal en su burra y en el momento de advertir la pérdida de su breviario. Otros santos, San Roque, San Juan, San Francisco… se ofrecen a buscarlo: «Hermano lobo, mueve la cola, / husmea el lentisco y la zarzamora».
Por fin el desrabado perro de San Roque encuentra el breviario y lo celebran todos. Cuatro poesías de diferente tipo cierran el libro de Villalón: las tituladas «Tierra», «Mar», «Sombra» y «Recuerdo»: «Ni agua cala la ría de mi alma, / ni sitio para ti quedó en mi puerto».
R. Jordana