Bajo este nombre general, que es el del protagonista, suele denominarse a una serie de novelas de Pierre-Alexis Ponson du Terrail (1829-1871), que, en los folletines de los periódicos en los que primero aparecieron, y en las colecciones populares que se hicieron de ellos en seguida, aparecieron diversamente agrupados con diferentes títulos y subtítulos: Los dramas de París, Las miserias de Londres, Los nuevos dramas de París o la resurrección de Rocambole, La última palabra de Rocambole, etc. [Les drames de París, Les miséres de London, Nouveaux drames de Paris ou La résurrection de Rocambole, Le dernier mot de Rocambole].
Los 22 primeros volúmenes fueron publicados juntos en 1859; a éstos añadieron otros el autor y su continuador, Constant de Guéroult, hasta llegar a la treintena, en tanto que Anicet Bourgeois y Blum extraían de ellos un drama representado en 1864. Rocambole (v.) es un hijo de la calle que crece en la escuela de un verdadero genio del mal, el vizconde Armando de Kergaz, cuyas funciones sociales hereda y aumenta, haciéndose, en una serie de increíbles aventuras, organizador de todas las formas posibles de delincuencia. Contra este héroe del mal luchan denodadamente las fuerzas del bien, representadas por sus víctimas, hasta el día en que él, condenado a trabajos forzados, ante el gesto de piedad de una de ellas, se convierte de súbito. Vuelto al mundo, sin demasiados escrúpulos sobre los medios necesarios a su fin, se nos presenta, en una nueva serie de aventuras, como el paladín de todos los oprimidos, desde las muchachas desheredadas hasta los feinianos irlandeses.
El contenido de cada uno de los volúmenes es riquísimo: asociaciones delictivas, asesinatos y hurtos, venganzas y rescates, secuestros y sustituciones de personas, sustracciones de herencias, duelos y raptos, intrigas políticas, dobles vidas, venenos y contravenenos misteriosos, locuras provocadas o simuladas, castigos espantosos, evasiones increíbles, amores contrariados y heroísmos crueles, sosias, magnetizadores, espectros, hombres y mujeres fatales, presos inocentes, mendigos que se convierten en millonarios, muertos de todas clases que resucitan en el momento oportuno. Todos los asuntos que, con mayor discreción psicológica y con mayor destreza explotará más tarde la novela policíaca, y que ya habían hecho su primera feliz aparición en los Misterios de París (v.) de Sue, están aquí mezclados sin verdadera habilidad, en un pletórico conjunto de hechos que sólo a una mente ingenua pueden dejar de producir cansancio. [Hay numerosas traducciones españolas anónimas].
E. C. Valla