Novela de la escritora mexicana Rosario Castellanos (1925-1974), publicada en 1962. El título tiene un significado simbólico; en efecto, lo que ocurre bajo forma de liturgia del viernes santo es la insurrección de los indios de San Cristóbal, en el estado mexicano de Chiapas, y su sangrienta represión.
En dicho estado, del que había sido obispo Bartolomé de Las Casas, famoso defensor de los indios, viven todavía hoy los tzotzil, poblaciones indias sin integrar, en abierta tensión con los conquistadores. Sus condiciones de vida son parecidas a las del tiempo de de Las Casas; la tierra y el poder todavía están en manos de las “grandes casas» (las grandes familias) y de los “quinteros» (los latifundistas); mientras los indios siguen reducidos al estado de siervos de la gleba.
En la obra, estas relaciones se describen con un tono distanciado y adquieren una dimensión épica. En el antiguo odio, en la lucha entre sometidos y conquistadores, la fatalidad y la culpa tienen la misma incidencia, hasta que se produce el estallido de lo que estaba reprimido desde hace tiempo. La autora describe los acontecimientos absteniéndose de una participación directa, valiéndose de un profundo conocimiento de la mentalidad y la lengua indias.
A ratos, se percibe claramente, sobre todo en el ritmo narrativo y en las imágenes míticas, el eco del libro sagrado de los indios quiché, el “Popol Vuh», que representa los destinos de su raza durante el período español. También se sirve de técnicas estilísticas propias de la narrativa moderna, como el monólogo interior, el flash-back y la alternancia de distintas perspectivas temporales. El tiempo de los blancos está circunscrito a los años que van de 1930 a 1940; el dé los indios, es el instante en el cual, con la invasión española, se detuvo para ellos la historia y se encerraron en la espera del futuro.