Jasón, con el fin de casarse con la hija de Creonte, rey de Corinto, ha abandonado a Medea, la hechicera que lo ayudó a conquistar el toisón de oro y que le dio dos hijos. Creonte intima a Medea para que abandone cuanto antes Corinto. Una charla con Jasón aumenta la cólera de la hechicera que, afectando resignación, decide el exterminio de su rival y de sus propios hijos.
Manda como presentes vestidos empapados de veneno a la hija del rey, la cual muere entre horribles espasmos junto a su padre, que trata en vano de socorrerla. Jasón acude al lado de sus hijos, pero ante sus aterrados ojos aparece Medea sobre un carro alado con los cadáveres de los niños recién asesinados. Los conducirá al santuario de Hera, para sepultarlos lejos de Jasón y de la venganza de los corintios.