[Os simples]. Obra del poeta portugués Abilio Manoel Guerra Junqueiro (1850-1923), publicada en 1892. El volumen, que comprende tan sólo 13 poesías, representa un aspecto nuevo de la personalidad poética de Guerra Junqueiro. A los ímpetus revolucionarios y polémicos que encienden de antítesis violentas La muerte de don Juan (v. Don Juan), Patria (v.) y La vejez del Padre Eterno (v.), sigue una poesía donde se sienten las «saudades» del alma popular, un tono íntimo y nostálgico empapado de un misticismo delicado. En una nota que está al final del volumen, el poeta expone la intención que inspiró su poema.
«Quise exaltar la vida sencilla y humilde de las buenas criaturas que atraviesan un mundo de miseria y de injusticia, de hambre y de dolores, sin una palabra de protesta contra su destino, sin una sola mirada hostil hacia el mundo vicioso y disoluto que les rodea. En el viejo pastor, en la molinera de ochenta años, pero todavía laboriosa y sonriente, en los mendigos de aspecto bíblico, en el pobre cavador oprimido por una trágica miseria quise, por así decirlo, encarnar mi visión. Después de una existencia de sacrificio y de candor, de abnegación y de dulzura, acompañé a estos pobres seres a que se echaran en la tierra misericordiosa de su cementerio lleno de flores, y abrí encima de su tumba aquel cielo maravilloso y cándido con que soñaron y desearon toda su vida». Este sentimiento de piedad encuentra expresión en sencillas y dulces melodías como «O pastor», «O cavador», «Cançáo perdida», «Os pobresinhos», etc., y especialmente en el admirable «Regreso al lar» que es un canto al hogar, a los sentimientos profundos y puros de la familia.
También al furor antirreligioso se siguen aquí el respeto y la admiración «para ese cristianismo primitivo e ingenuo del pueblo, ajeno a toda rigidez dogmática, que se puede decir una intuición humana del Evangelio». Es inexacto por tanto hablar de una conversión católica del poeta, como alguien hizo: hay que reconocer en sus acentos más bien la nostalgia de una fe, el respeto y la piedad para con el dolor humano. [Trad. de Eduardo Marquina, en Obras completas, tomo I (Barcelona, 1905)].
G. Battelli