[Die Bürger von Calais]. Obra del dramaturgo alemán Kaiser (1878-1945), escrita en 1914. Pieza austera, hermoso drama que no hace la menor concesión al público, teatro conciso, estructurado sobre una idea: el poder de la voluntad y del sacrificio del individuo en bien de la comunidad. Kaiser enfrenta a Eustache de Saint Pierre (renunciamiento heroico a fin de salvar la ciudad) con Du Guesclin, sin brindarle otra alternativa que la de vencer o morir. La intriga se inicia cuando el rey de Inglaterra exige en represalia que se le entreguen seis burgueses. Jean de Vienne, alcalde de Calais, anuncia la decisión y pide voluntarios. Eustache es el primero que se ofrece, después viene un segundo, un tercero… y, así, hasta siete, o sea, uno más que los exigidos. De aquí la incertidumbre. Todos son voluntarios y nadie quiere renunciar al honor del sacrificio. ¿Qué hacer? ¿Dejarlo en manos de la suerte y que ésta sea la que designe al que quedará fuera? Entonces, Eustache da la solución: «Aquel que mañana por la mañana llegue el último será el eliminado».
En el acto II asistimos a la despedida de las víctimas voluntarias de sus padres, hijos y esposas y a la última comida que hacen juntos. En el acto III, se espera la llegada de los siete burgueses. ¿Quién se presentará el último? Ya han llegado seis y, entre ellos, no está Eustache. La muchedumbre murmura. Pero, al poco rato, traen su cadáver: Eustache se ha matado para poner de manifiesto la grandeza y necesidad del sacrificio y con la esperanza de salvar así a sus compañeros. Y, en efecto, triunfa de su adversario, porque el rey se arrodilla ante su cadáver y perdona a los demás. La magnanimidad del soberano se explica también, por otra parte, ya que le acaban de anunciar el nacimiento de un hijo. El interés dramático de esta pieza estriba en que, hasta el último momento, se ignora quién será el séptimo burgués, perdurando esta incertidumbre a lo largo de toda la obra, dominada por la gran figura de Eustache de Saint Pierre. Los Burgueses de Calais es, sin duda, una de las obras más enjutas, «clásicas» y nobles de Kaiser. La sátira y la caricatura, tan frecuentes y amargas en otras piezas del mismo autor, brillan aquí por su ausencia.