[Les liaisons dangereuses]. Novela de Pierre-Ambroise-François Choderlos de Lacios (1741-1803), publicada en 1782. La Marquesa de Merteuil (v.), viuda depravada, que sabe encubrir su mala conducta, ha mantenido relaciones de amistad con el vizconde de Valmont (v.), su ex amante, seductor de profesión. Para vengarse de otro antiguo amante que se prepara a casarse con una joven apenas salida del colegio, la señorita de Volanges, y que anticipadamente se alaba de quedar inmune de desgracias conyugales, la marquesa incita a Valmont a seducir a la jovencita. Pero él está interesado en la conquista de una austera y bellísima virtud, la presidenta de Tourvel, y la consigue con arte sutil, explotando la inocencia, la compasión y la superior bondad de la mujer. Después, airado contra la señora de Volanges, que ha hablado mal de él, trama la ruina de la hija de esta señora, y, fingiéndose intermediario en el amor entre ella y el joven y honesto caballero Dancehy, la corrompe en el alma y en el cuerpo, ayudado por la Merteuil, triste consejera de la muchacha. Seducida la Tourvel, Valmont la abandona, ofendiéndola vilmente, después de lo cual espera el premio prometido por la Merteuil, su favor renovado. Ella se lo niega, prefiriendo al joven Dancehy. En un duelo entre los dos, Valmont, es herido, y moribundo revela a su rival quién es la mayor culpable y el mal que ha hecho. La Merteuil, conocida y vilipendiada por todos, huye al extranjero, desfigurada por la viruela; la Tourvel, retirada en un convento, muere de pena; y al convento vuelve, decidida a permanecer en él, la señorita de Volanges.
Los sucesos, que se dicen ocurridos en Grenoble, sobre todo algunos de los episodios más libres, recuerdan a la novela libertina del XVIII; no se puede decir que la obra se redima por fin con el castigo de los culpables y con la ruina que sigue al mal. La redime más bien la trágica fuerza de la patética figura de la Tourvel, y el estudio despiadado del perverso corazón humano, descrito con una lucidez sthendaliana. La novela pareció una especie de manual de maquiavelismo amoroso, pero es mucho más que eso, por el soplo maléfico, por el «satanismo» que admiraba en ella Baudelaire. La forma epistolar no disminuye la continua energía del libro, en tanto que da relieve a las figuras. Valmont es un tipo, tan activo y abierto, que llega a oscurecer un poco a su secreta y pérfida animadora, la señora de Merteuil. Las amistades peligrosas se pueden, en este sentido, considerar como una de las obras más características del siglo XVIII francés, lúcida, amarga, precedente del agudo realismo psicológico.
V. Lugli
Lacios fue un revelador de sueños. No quiere decir un exorcista. Reveló los sueños de su tiempo, por el único procedimiento existente: dentro de la vida. Haciéndoles entrar en el amplio dominio de los sueños de todos, en el dominio en que los hombres, prometidos a la muerte, contemplan con envidia a los personajes por un momento dueños de su destino. (A. Malraux)