[Eros i Psyche]. Drama del poeta polaco publicado en 1904. Se divide en siete cuadros, en los que el poeta, a través del mito de Amor y Psiquis (v.), presenta fases sucesivas de la lucha que se desarrolla a través de las épocas fundamentales de la historia humana. Psique, reina de Arcadia, sueña con la felicidad en el ideal.
Simboliza precisamente la tendencia platónica hacia el ideal personificado por Eros. Tiende hacia Eros con todas las fuerzas de su espíritu la «mujer» encarnada en Psique. Pero el fondo material del alma humana se interpone entre la mujer y la idea. Dicho fondo material, opuesto a la razón, obediente a los sentidos en el drama de Zulawski, está personificado por Blaks. De la lucha encarnizada entre Psique y Blaks surge la tragedia simbólica, que, a través de los siglos, se resolverá en el triunfo del bien. En los tiempos antiguos, sedienta de verdad y belleza, Psique sueña con la venida del Redentor; éste llega, la estrecha entre sus brazos, la transporta en éxtasis a una tierra fantástica donde el bien impera.
Pero Psique no debe mirar la cara de su salvador, porque quien se atreve a mirar a la cara al dios pierde el bien humano de la muerte y, al volverse inmortal, permanece ligado a través de los siglos a la cadena de la infelicidad. Y he aquí que el mal espíritu de Blaks se lanza sobre el dios inclinado sobre ella en el beso supremo, desgarra el velo nocturno que esconde sus rasgos y la faz de Eros aparece en todo su esplendor a los ojos atónitos de la enamorada reina. Entonces Eros desaparece para siempre; Psique vivirá eternamente sin esperanza, anhelando una felicidad inalcanzable. Pero las plegarias ardientes de la desconsolada muchacha abren su corazón a la fe.
Podrá algún día encontrar a su Eros, podrá volver a alcanzar el ideal, pero sólo lo alcanzará después de un largo calvario, a costa de sufrimientos, de peregrinaciones, de lágrimas, porque sólo a través del dolor puede, quien se ha atrevido a mirar a la cara al dios, encontrarlo de nuevo y reunirse con él. Las etapas del penoso calvario están representadas por los siete cuadros del drama: en Grecia, en la antigüedad clásica pagana; en el Egipto romano, en el crepúsculo del paganismo; en el árido ascetismo de un monasterio francés medieval; en el Renacimiento italiano; durante la Revolución francesa; en nuestros días. En cada uno de estos momentos Psique y Blaks, personificados sucesivamente en distintas figuras, se encuentran frente a frente con enemigos. Y Blaks es vencedor hasta el último momento.
En nuestros días, es decir en el siglo XIX, Blaks es un poderoso banquero, señor del mundo; todo lo compra con dinero, incluso a Psique a la que convierte en su concubina. Psique, sedienta de luz divina, quiere salvar al género humano, pero el tirano la castiga por su rebelión y la encarcela. Finalmente la tenacidad y la fe en el bien vencen al mal: Blaks cae muerto ante su víctima; el espíritu esclavo de la materia rompe sus cadenas y vuelve a erguirse libre en el mundo. Eros reaparece; la luz divina vuelve a resplandecer sobre el género humano; el amor y la muerte reemprenden su sagrada misión, Zulawski revive el motivo tradicional con una fuerza de arte que justifica la extraordinaria acogida que el pueblo polaco dispensó al poema, cuyo estilo elevado, técnica escénica extraordinariamente compleja y difícil y extraña concepción, alcanzan en los cuadros particulares efectos extraordinarios convirtiendo este Eros y Psique en la obra maestra de Zulawski. Trad. ital. de Stefania Kalinowski con prólogo de E. Damiani (Lanciano, 1929).
E. Damiani