Las cartas de Richard Wagner (1813-1883), recogidas en edición completa en 1912, nos revelan por completo la personalidad íntima del poeta músico, al que acompañan casi toda su vida. El epistolario a Matilde Wesendonck comprende cartas desde 1858 a 1871 y abraza todo el período de la mejor actividad de Wagner. Tanto este epistolario, como el diario escrito por Wagner a la amada, a quien iba dirigido, contienen las más sinceras aspiraciones, las más secretas alegrías y los más íntimos tormentos de Wagner, que se expresaba con toda sinceridad, no creyendo que llegasen a la posteridad estas confesiones íntimas.
No son cartas amorosas, como lo serán las menos importantes dirigidas a Matilde Maier: en ellas el amor palpita, pero sin restringir los pensamientos sobre un único y monótono tema; y Matilde aparece como la depositaría de los sueños artísticos de Wagner. Importancia más artística que biográfica tienen los epistolarios a Teodoro Uhlig y a Guillermo Fischer, ambos admiradores fervientes y grandes propugnadores de las teorías artísticas wagnerianas. Notables para el conocimiento de la posición de Wagner respecto a la amistad, son el epistolario a Franz Liszt, el amigo que todo lo daba con generosidad sin par, y a Ferdinand Heine, tratado con especial familiaridad. De particular importancia son los cuatro Volúmenes de la correspondencia entre Wagner y Luis I de Baviera, publicados en 1935 por O. Strobel. [Trad. del Epistolario a Matilde Wesendonk por Carlos Bosch (Buenos Aires, 1947) y de la Correspondencia Wagner-Liszt por Carlos Bosch (Buenos Aires, 1947)].
A. Musa