Obra del escritor español (que vivió en el siglo XVI), cuya finalidad es declarada al principio por el autor: «Comiença el libro llamado El scholástico, en el qual se forma un varón con las condiciones que ha de tener para seguir las letras en las schuelas y para conversar los varones políticos dellas». Fue publicada en 1911 por Menéndez Pelayo en la «Sociedad de Bibliófilos Madrileños», según el códice seguramente original y autógrafo de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia. Esta publicación quedó en el primer volumen y el final de El escolástico junto con el estudio sobre la vida y obra de Villalón que allí prometía el editor, quedaron sin publicar.
La obra está dedicada a Felipe II, cuando todavía era príncipe. En el proemio insiste Villalón en el valor de la lectura y afirma, contra quienes creían que había hecho una imitación del Cortesano (v.) de Castiglione, que las fuentes de su obra son Platón y las Saturnales (v.) de Macrobio, de quienes toma la forma dialogada en la que está escrito el libro. En él, -una serie de maestros discuten sobre temas propuestos: el valor de la virtud la vida en el palacio, la vejez, el cultivo de las letras, los estudios del perfecto escolástico (o sea del alumno perfecto), que deben fundamentarse en un conocimiento perfecto de la teología, de las leyes y de la medicina. En el tercer libro trata especialmente de la formación del maestro.
La obra contrasta sensiblemente con el estilo de las otras del autor. En ella seguramente quiso reflejar las experiencias juveniles que él vivió en el ambiente intelectual de Salamanca. Cumple destacar algunos aspectos importantes del libro, como la exaltación de los autores clásicos, de la Naturaleza, la defensa de la lengua vulgar, etc. Pero no todo en Villalón es ciencia libresca. Las bases auténticas para la formación del futuro escolástico, residen en los valores de su personalidad, y por esto destaca el valor de tres cualidades: la humanidad, la clemencia y la libertad espiritual.