Drama de Jacinto Grau (nacido en Barcelona, en 1877), estrenado en 1917. Se basa en el tema del romance atribuido a Riaño «Retraída está la Infanta», en que una princesa, por celos, hace al Conde asesinar a su propia esposa. Había sido llevado ya al teatro en el Siglo de Oro, con el mismo título (v.), por Guillen de Castro y por Mira de Amescua, y, acaso antes, pero variando los nombres, por el propio Lope de Vega en La fuerza lastimosa. Tanto Castro como Amescua atenuaron el trágico sentido del romance, suponiendo a la condesa librada de la muerte y resolviéndose la obra con desenlace feliz, si bien contaminándola con el macabro motivo en que la condesa hace comer su propio hijo a su esposo, procedente de la leyenda mitológica de Progne y Filomena, que Castro trató en otro drama (por lo cual se explica), y que Amescua repitió por inspirarse en la obra del valenciano.
Grau, sin influjos extraños al patético romance, produce una obra de concisa e impresionante desnudez de tragedia, a la vez moderna y de sabor tradicional. Cumbre, en lo teatral, a pesar de no haber logrado gran éxito de público en España, como casi toda la obra de este autor, revela cómo da nueva vida a los mitos eternos de la dramática (legendarios o históricos, hispánicos o bíblicos) como El hijo pródigo (v.), El señor de Pigmalión (v.) (que obtuvo un triunfo en su versión francesa, representada en «L’Atélier», de París), o los temas sobre Don Juan, que tratamos en este mismo diccionario (Conseja galante, v.; Don Juan de Carillana; El burlador que no se burla, v.)- La principal objeción que puede hacerse al Conde Alarcos es la falta de logro de la expresión externa, verbal, que ocurre también en gran parte de su teatro, y en esta obra más, por simular un lenguaje arcaico, falso y convencional, que no hace ganar nada al drama íntimo, tan sabiamente perfilado. Esta falla explica quizá que algunas de sus obras ganen en las traducciones.
A. Valbuena Prat