[Oriental Eglogues]. Cuatro pequeños poemas publicados en 1774, obra de juventud del poeta inglés. En el primero, «Selim o la moral del pastor» [«The Shepherd’s Moral»], en un valle junto a Bagdad, el joven pastor Selim canta, dirigiéndose a las jovencitas de su país, que la belleza es vana cuando no va acompañada de las virtudes de la modestia, castidad, fidelidad, suavidad, piedad y amor, de las cuales da la genealogía, llamándola hijas de la Verdad y de la Sabiduría; según dice la leyenda, las jovencitas prestan oídos a sus consejos, y las virtudes reinan desde entonces como señoras indiscutibles e indiscutidas en el lugar.
En el segundo, «Has- san o el conductor de camellos» [«The Camel-Driver»], Hassan piensa con nostalgia en las rumorosas fuentes, en los manantiales coronados de musgo, en los «tiernos placeres de los valles floridos» que ha abandonado para luchar en el desierto, y maldice su amor al dinero que le ha empujado hacia este inhóspito paraje, cuando habría podido permanecer en su pueblo donde «la paz gobierna el día y la razón el espíritu»; hasta que, pensando en la muchacha que abandonó por su ensueño de riquezas, reclamado por la voz de la cordura, vuelve a ella.
En la tercera, «Abra o la sultana de Georgia» [«The Georgian Sultana»], una jovencita canta a Abra, una pastorcilla que el sultán de Persia tomó por esposa, encontrando entre sus brazos la verdadera felicidad que sólo puede dar la simplicidad de la naturaleza. Por último, en «Agib y Secander o los fugitivos» [«The Fugitives»], nos encontramos transportados, a media noche, entre los montes de Circasia, hecha para ser escenario de los más felices e inocentes amores, pero que acaba de ser asolada por unos crueles vecinos; dos pastores que van huyendo de la patria invadida se paran un momento a descansar, y se entretienen rememorando con nostálgico amor y tristeza el largo camino cumplido; de pronto oyen gritos cercanos y ven fuegos, y los dos reanudan tristemente su fuga a través de la húmeda noche trepando por colinas iluminadas por la luna.
El gusto por la poesía pastoril, que se difundió en la Inglaterra del XVIII por la influencia francesa de Rapin y de Fontenelle, había dado ya copiosísimos frutos, desde la Sidra (v.) de Philips a las Pastorals de Pope; el hecho de que Collins usase para sus églogas nombres y temas orientales — si bien estilo y tono sean netamente europeos — revela la tendencia al exotismo característica de aquel período de inquietud prerromántica al cual pertenece, con Gray y con Young, y a la cual dará cima en sus obras más maduras, sobre todo en sus Odas sobre diversos temas alegóricos y descriptivos (v.).
A. Prospero Marchesini