[Das Reisetagebuch eines philosophen]. Obra publicada en Munich en 1919. En esta obra, que no es ni un libro de filosofía teórica ni un tratado pragmático, el autor procede a modo de examen de conciencia, pasando revista a las diferentes conquistas del pensamiento. Su libro, es pues, un inventario, una síntesis, un juicio en el que los problemas filosóficos no tienen otro valor que el que puedan aportar como materia de experiencia humana.
Es justo decir que con él el mundo de la cultura — no sólo alemán, sino también europeo y hasta mundial — ha llegado a realizar su balance. El autor suma los enormes trabajos que le precedieron; viniendo en último lugar, por así decirlo, cuando dejó reposar el poso de la historia, para destacar inmediatamente la parte limpia y útil. Se está conforme en afirmar que el Reisetagebuch no sólo es su obra maestra, sino también la obra desde la que se puede contemplar, como desde la cumbre de su pensamiento, un paisaje tan amplio como el mundo mismo. Poco antes de estallar la guerra de 1914-1918, experimentó en sí mismo, como sucedió con todos los grandes espíritus dedicados a la meditación, la crisis de la época que precedió a la enorme conmoción.
«Todo era un interrogante», según él mismo afirmaba. Y así le pareció que el camino más breve para reencontrarse a sí mismo era la vuelta al mundo. Consideró todas las experiencias de la humanidad, en el pensamiento y en la vida, a través de las diversas civilizaciones. Partiendo de Europa se dirige hacia Oriente, para regresar por América, que le inspira las páginas definitivas, dando cima así al viaje de la humanidad en sus etapas evolutivas. Sus juicios son sensatos y documentados: todos los problemas espirituales, intelectuales y morales de la humanidad, en sus aspectos geográfico y nacional, son estudiados y valorados, proponiendo la solución de los mismos. Este Diario hizo famoso a su autor de la noche a la mañana y quienquiera que cite su nombre o desee conocer su obra, debe siempre acudir a este libro, único que se podría comparar a las cuentas rendidas por antiguos viajeros a quienes guiaba no sólo la curiosidad de la exploración, sino también el deseo de conocimiento.
Su extraordinaria preparación cultural le permitió aproximarse a los representantes de diferentes culturas y hablar de «los más grandes problemas» adoptando el punto de vista de sus interlocutores, logrando así la claridad de la síntesis directa y no literaria. Tagore pudo escribir de esta obra: «A través de la nube de incomprensión que reina entre Oriente y Occidente, este Diario de viaje aparece como un rayo de sol…, puesto que el más elevado grado mental que puede alcanzar el hombre es aquel que le enseña a encontrar el lugar para todas las cosas. Nosotros, hindúes, hemos acogido el libro de Keyserling con entusiasmo, como un gran libro». Por otra parte, el autor concluye su Diario, imaginando al sabio del porvenir: aquél deberá conciliar en él la sabiduría oriental con la voluntad propia de las civilizaciones occidentales.