Comedia dramática de Adelardo López de Ayala (1828-1879), representada en 1870. El autor cuidó mucho esta obra, conservándose esbozos de su plan primitivo, desarrollo, y aún comentarios sobre sus propios personajes. En el tipo de «alta comedia», que creó Ayala, y en la que son jalones de importancia representativa El tejado de vidrio (v.) y el Tanto por ciento (v.), Consuelo representa la culminación, a la vez de acierto y de madurez. Plantea la obra, en parte, la sátira del sentido positivista de su tiempo (como con menos poesía hizo también Tamayo), siendo en tal ambiente un rebelde idealista el tipo de Fernando, en cierto modo quijotesco, que no quiere enriquecerse en contra de la voz de su conciencia.
Ricardo, el marido de Consuelo, representa aquel positivismo, frívolo y egoísta; y el tipo de la madre de Consuelo, que muere al final de la obra, es un carácter comprensivamente humano. Destaca en todo, la feminidad coqueta y zalamera de Consuelo, con ansias de grandeza, sutilmente preparadas en recuerdo de la niñez, que prefiere Ricardo, ricachón, al verdadero enamorado Fernando, noble de espíritu pero de mediana posición. El matrimonio, necesariamente desgraciado, es la base dramática de la obra, cuyo desenlace, cortado e hiriente, en que queda Consuelo en «espantosa soledad» entre sus riquezas, es una interrogante abierta, efectista y original, que deja el ánimo en las dudas del futuro, que puede ser expiatorio. Interesan las alusiones artísticas (pintura, música) y lo delicado de la versificación, como en el soneto del acto II «Espíritu sutil…». Los criados son tipos bien perfilados, que enlazan con la buena tradición del Siglo de Oro (acaso con los de La entretenida, de Cervantes). La constante de la fidelidad conyugal (también basada, en lo esencial, en el siglo XVII), puede llevarnos en lo actual a pensar en obras de Benavente y Martínez Sierra.
A. Valbuena Prat