Único Concierto para violín, op. 35, en re mayor, escrito en 1877 por el músico ruso Peter Ilich Chaikovski (1840- 1893) y dedicado al célebre violinista Leopold Auer. Construido según el esquema de los grandes modelos clásicos, se divide en tres movimientos. En el primero, «Allegro moderato», después de una breve introducción de la orquesta, el violín ataca el tema principal, franco y caluroso, que tras un desenvolvimiento en el curso del cual se confía al solista un papel donde debe brillar su técnica, irrumpe en un «fortissimo» y es reanudado por la orquesta sola. Tras la cadencia, se desarrolla la reexposición que presenta caracteres parecidos a los de las partes precedentes. El segundo movimiento es un «Andante», en menor, titulado «Canzonetta» y destaca como uno de los fragmentos más famosos de Chaikovski y más a menudo interpretados por su notable facilidad de ejecución.
El último movimiento, «Allegro vivacissimo», tiene un aire popular, especialmente en el «meno mosso»; su vivacidad, semejante a la de una danza, le infunde ritmo y color. Los dos movimientos extremos del Concierto, aunque carentes de motivos de real belleza y compuestos en un estilo de gusto dudoso, faltos incluso de ese carácter dramático evidente en otras obras de Chaikovski, presentan, no obstante, cierto interés por su dulzura melódica y el vigor de los temas. La «Canzonetta», por el contrario, es una de las más bellas páginas de Chaikovski; la lánguida y femenina melancolía, uno de los rasgos más característicos y constantes de su arte, no aparece aquí bajo su forma habitual — elegancia expresiva y acento graciosamente sentimental—, sino ajustada a un motivo penetrado, impregnado de una delicadeza íntima y de pura poesía, como raramente se encuentra en Chaikovski. Quien busque pasajes brillantes que pongan de relieve las sonoridades más cálidas y diversas del violín, encontrará en este Concierto una especie de ensamblaje entre la técnica instrumental y la expresión de un pensamiento musical.