A la poesía burguesa y realista que floreció en Toscana entre el siglo XIII y el XIV pertenecen las rimas de Pieraccio Tedaldi, florentino (último decenio del siglo XIII—hacia la mitad del siglo XIV). Publicadas por primera vez por S. Morpurgo (Le rime di P. Tedaldi, Florencia, 1885), se hallan también en los Sonetti burleschi e realistici dei primi due secoli, publicados por A. F. Masséra (Bari, 1920), vol. II, pág. 35-38. Son 43 sonetos, pocos de tema político (contra Mastino II della Scala y contra el papa Juan XXII que no regresaba a Roma), la mayor parte de tono amargo y desilusionado. Encontramos en este cancionero unos temas que ya descubrimos en los versos de Cecco Angiolieri: el odio, la pobreza, el poder del dinero, la melancolía; pero esta analogía de motivos no se traduce en un parecido artístico. Aunque sea poco lo que sabemos de la vida de Tedaldi, que anduvo vagando por Toscana, Romana y otros lugares, ocupándose en muchos menesteres, no parece que sus correrías tuvieran el carácter dramático de las de Angiolieri o, por lo menos, no las sintió con la angustia cínica y apasionada del poeta sienés, de quien le faltan la fuerza representativa y la violencia agresiva de la palabra. Por lo tanto, es oportuno evitar una comparación que, mirándolo bien, resultaría arbitraria, y más vale tomar a Tedaldi tal como es, con su tono franco y comunicativo, que a veces se mece en la resignación y otras veces se pone a protestar y maldecir.
Maldice, por ejemplo, el día en que pensó volver a casarse («El maldito día, en que yo pensé / y luego consentí en volverme a casar» [«El maledetto di, che io pensai / e poi ch’i’ consentí de riammogliarmi»]), e invoca a la muerte para que le libre de su desgracia. Se encuentra desplazado cuando está sin dinero (« ¡Ay de mí! que me encuentro tan perdido / cuando no tengo dinero en la bolsa» [«O me! che io mi sentó si smarrito / quand’io non ho denar nel la scarsella!»]). También canta sus amores, sin drama y sin vuelos, pero gentilmente y con naturalidad de acento. Notable es un soneto, en el que confiesa haberse enamorado de una mujer de su pueblo porque se parecía a otra, de Romana, a la que nunca logró olvidar: y la confesión le sale de la pluma con una sinceridad casi ingenua, que une al hombre y al artista en una luz de cordial humanidad. En sus últimos años, Tedaldi, cansado ya de la vida, ciego, arrepentido de sus pecados, se dirige con sus versos a Dios, a la Virgen y a Santa Lucía: y estos sonetos religiosos, nos ofrecen, en su íntimo ardor, otra prueba de su sinceridad («Y líbrame de todas las desgracias, / sin juzgarme a tenor de mis pecados: / ¡misericordia pido y no razón!» [«E trámi fuor d’ogni tribulazione, / e non guardar secondo mié peccata: / misericordia chieggo e non ragione!»]).
A. Pompeati