Famosa epístola en silvas dé 334 versos que apareció por vez primera incluida en La Filomena (v.) de Lope de Vega (Madrid, 1621), como enviada por una admiradora indiana del Fénix de los Ingenios. A pesar de las numerosas hipótesis que se han tejido en su torno, el misterioso seudónimo continúa siendo una de las grandes incógnitas de la poesía peruana del virreinato. La Epístola comprende diecinueve estrofas de dieciocho versos cada una, excepto la última que sólo tiene once. A lo largo de ella la autora, después de una disquisición acerca del amor platónico, formula un elogio admirativo de Lope (Belardo) y le da cuenta de sus padres, patria y estado, «porque sepas quién te ama y quién te escribe»; dice ser nacida en León de los Caballeros de Huánuco, nieta de dos conquistadores y fundadores de la ciudad; habla de su hermana Belisa, quien ha contraído nupcias, mientras ella, inclinada a las Musas, vive «contenta en limpio celibato — en virginal estado —, a Dios con grande afecto consagrado». Renueva su rendido e imposible amor por Belardo, cuyas obras manifiesta conocer, y le pide que escriba la vida de Santa Dorotea, virgen, de la cual son devotas ella y su hermana Belisa. Se disculpa finalmente por haber distraído la atención del Fénix, «ocupado con tino en tantas excelencias y grandezas» diciéndole: «si he parecídote atrevida, / a lo menos parézcate rendida, / que fines desiguales / Amor los hace con su fuerza iguales…» Lope contestó en la epístola de Belardo a Amarilis, inserta en la mencionada Filomena, pero, según Menéndez Pelayo, por lo galano y exquisito del elogio, la sencilla gravedad y la insinuante y cortés gentileza, «la humilde poetiza ultramarina lleva la palma».
J. Puccinelli