[Aires da miña térra]. Obra del poeta gallego Manuel Curros Enríquez (1851-1908), publicada en 1830. Su publicación causó verdadera sensación por la valentía con que se pronunciaba, bajo la forma de poesía civil y a la manera de Carducci o de Guerra Junqueiro, sobre diversas cuestiones religiosas y políticas, hasta el extremo de ser denunciado por el obispo de Orense y condenado a prisión por el juzgado, si bien la Audiencia de La Coruña revocó la condena. Las poesías «Mirando ao chao» [«Mirando al suelo»], «A igrexa fria» [«La iglesia fría»] y «Pelengrinos a Roma» [«Peregrinos a Roma»] fueron las que provocaron aquel percance y las que, en definitiva, le valieron mayor popularidad. En el mismo libro figuran otras de carácter costumbrista como la que refiere la leyenda de la Virgen del Cristal, con delicadeza y ternura, la que relata una boda campesina en la aldea de Einibó y la que evoca la figura del gaitero de Penalta. Muy notables son asimismo la elegía a la muerte de su madre y la titulada «¡Ay!», que dedica a su hijo muerto.
«Nocturnio» [«Nocturno»] es otra de sus composiciones que mayor difusión ha tenido, y lo mismo la titulada «Cantiga», sobre todo por haber sido puesta en música. La lengua gallega tiene en Curros Enríquez uno de sus mejores cultivadores. Curros fue uno de los poetas más entrañablemente gallegos y un constante luchador por su región natal. Escribió novelas, biografías y artículos, pero sus dos obras principales y las que le hicieron famoso son Aires da miña térra y O Divino sainete [El divino sainete], parodia de gran fuerza burlesca y satírica de La Divina Comedia (v.) y referida a la hipocresía y picaresca que suponía en muchos peregrinos que acudían a Roma y concretamente a la condesa de Pardo Bazán. Todas las poesías de Curros son de gran vigor en el apostrofe y la sátira y de suave ternura en los afectos amorosos y familiares.
C. Martínez Barbeito