[Rivoluzioni del teatro musicale italiano dalla sua origine fino al presente]. Obra crítica del jesuita español emigrado a Italia, Esteban Arteaga (1747-1799), publicada en italiano en 1783 y ampliada en 1785 en una edición que debe ser considerada como definitiva.
El autor, lleno de admiración por la grandeza del melodrama italiano y por otra parte consciente de algunos inevitables defectos que lo conducían a su ocaso, trata del extensísimo tema con auxilio del material recogido en Bolonia por un religioso, el padre Giambattista Martini. Como advierte un «Discurso preliminar», abiertamente polémico, Arteaga quiere hacer un estudio que sea de erudito, crítico, hombre de gusto y filósofo; de una manera que le permitiese dar las características exactas de las distintas fases o evoluciones del teatro musical y hacer gustar las bellezas dignas de atención, lo que no le impide hablar claramente en nombre de la verdad.
En diecisiete capítulos, repartidos en tres tomos en la edición definitiva, son tratados los diversos temas: el teatro musical que reúne las leyes de la poesía, de la música y de la perspectiva, la aptitud de la lengua italiana para la música, los orígenes de la música sacra y profana en Italia y fuera de ella, y particularmente el auge del melodrama. Éste es un género teatral totalmente creado y celebrado por los italianos, que por naturaleza y por sus mismas condiciones políticas se sienten llevados a la efusión de sentimientos. Junto a la obra de los poetas (entre los cuales descuella Metastasio, sin olvidar en cuanto a la reforma teatral al francés Quinault), considera la importancia de las escuelas de canto y la crisis de ciertas tendencias como las de la introducción de eunucos y mujeres en el teatro para interpretar papeles masculinos. Un estudio importante es el dedicado por Arteaga a Metastasio; pero no ahorra al poeta las críticas cuando las cree necesarias para la trabazón de su obra y la vida de sus personajes. No obstante, después de él, el teatro musical entra en franca decadencia por varias causas: la falta de filosofía en los compositores, la vanidad y la ignorancia de los cantantes, y el abandono casi total de la poesía musical.
A este examen el investigador dedica tres grandes capítulos a la par que examina la obra de los más famosos poetas dramáticos y líricos (como Rolli, Frugoni, Calzabigi) y el estado de la ópera bufa italiana que ha llegado a eclipsar incluso el favor del melodrama. Una especie de apéndice lo constituye la disquisición sobre el baile pantomímico y sus relaciones con el melodrama, una carta del abate francés Arnauld a propósito de una posible reforma del melodrama, y una defensa hecha por el autor de su propia obra contra las censuras de un crítico. La obra de Arteaga, acre en algún juicio y con una pedantería que en otras ocasiones le lleva a censurar a Alfieri y a Cesarotti, es notable por el vigor de la tesis y su brillante exposición; bien a las claras deja ver el valor europeo del melodrama italiano y la fortuna de su florecimiento excepcional. Al mismo tiempo el crítico comprendió, bajo el esplendor de un breve ocaso, las nuevas formas del teatro y las exigencias de un espíritu nuevo que no va a repetir siempre las maneras de Metastasio.
C. Cordié