[Vorlesungen über schóne Litteratur und Kunst]. Estas lecciones, dadas por August Wilhelm von Schlegel (1764-1845) en Berlín en 1801-1804 y publicadas en 1883 por J. Minor, llevaron el bando del romanticismo al Berlín de Nicolai y de la Ilustración, que había permanecido hasta entonces cerrado y hostil a todas las corrientes románticas y hasta al propio Goethe. De ahí su importancia para la literatura alemana.
El primer curso, sobre la Teoría del arte, comienza examinando y resolviendo positivamente la cuestión de si es posible una historia del arte; pasa después revista a la Crítica del juicio, de Kant, resuelve positivamente la otra cuestión de si es posible la crítica del arte, y conduce esta última hacia el idealismo trascendental y hacia Schelling. Concluye la parte preliminar tratando de las relaciones entre arte y naturaleza, definiendo luego el estilo. Sigue el estudio de cada una de las artes en escala ascendente: de la plástica, que se expresa por medio de los cuerpos, a la poesía, que se manifiesta por medio de pensamientos. Corolarios interesantes de este largo análisis son las lecciones sobre la lengua, la mitología, la prosodia y los géneros literarios. La construcción schlegeliana, partiendo de las intuiciones que ya antes — de Kant a Goethe, de Herder a Schiller y Schelling— habían sido separadamente concebidas y entrevistas, las funde juntas en una unidad sistemática, renovándolas en el espíritu del romanticismo y constituyendo un cuerpo de elevada doctrina que todavía hoy está vigente en la estética moderna. El segundo curso está dedicado a la Historia de la literatura clásica y trata, primero, de la lengua griega en general, luego de la épica homérica, de Hesíodo, de los grandes trágicos, de la antigua y de la moderna comedia ática, de los mimos, de los idilios y de las sátiras.
Otras lecciones están dedicadas a la Eneida, a la lírica, de Píndaro a Horacio, a la poesía coral y mélica. Están entremezcladas, con este material, las interesantes lecciones sobre los imitadores de los clásicos: los «trecentistas» y los humanistas italianos, los franceses, de Malherbe a Voltaire, los clásicos alemanes (Klopstock, etc.). El tercer curso, el más importante, es el primer ensayo sobre el romanticismo, conducido sistemáticamente. Desde el segundo curso, Schlegel. había trazado una «ojeada de conjunto sobre las condiciones presentes de la literatura alemana», no precisamente suave ni indulgente para con sus connacionales, criticando la Reforma y la Ilustración y señalando a Goethe, todavía ignorado e incomprendido por muchos alemanes, como maestro y faro de las generaciones futuras. En este tercer curso fija Schlegel el criterio de las «lenguas romances» y del género literario esencial que se suele llamar «novela»; hace notar el esplendor de los países románicos: Italia y España; trata de la antigua literatura francesa caballeresca y heroica, y más tarde de Shakespeare.
Todo esto constituye el primer tiempo de la literatura romántica que Schlegel define como «la poesía de las grandes naciones de la Europa moderna». En lo que respecta a alemania hace notar el romanticismo de su poesía medieval — los cantores de amor, los poetas populares: y, en el centro, el poema de los Nibelungos (v.) que revaloriza en su justo mérito; siguen Hans Sachs y los maestros cantores, y los místicos. En las últimas lecciones, el autor vuelve a lo que considera los prerrománticos extranjeros, deteniéndose en Dante — en el que la escuela romántica alemana reconoce como uno de los máximos precursores—, y en Calderón de la Barca, «el primero, casi profeta bíblico, mientras que el segundo hace pensar en el evangelista Juan». Termina el curso con unos tratados sobre Petrarca y Boccaccio.
B. Allason