[Correspondance]. Obra fundamentalmente constituida por informes epistolares a príncipes y autoridades extranjeras sobre la literatura francesa del tiempo, iniciada por el abad Raynal, continuada por Melchior Grimm, de origen bohemio (1723-1807), de 1753 a 1773, con la ayuda de Diderot o de la D’Epinay, y de 1773 a 1790 un poco con ésta y algo con Meister. Dicha Correspondencia permaneció secreta hasta 1812-13, en que fue publicada en una edición más bien incorrecta. La obra, en 16 volúmenes, llegó a ser pronto famosa y fue corrientemente conocida bajo el título de Gaceta literaria [Gazette littéraire], puesto que la materia de los juicios y de las presentaciones críticas fue concentrada en 1854 en un único volumen de dicho título, bajo la dirección de Paulin Limayrac, y con un prólogo de Sainte-Beuve.
Las noticias literarias del momento se dan con mordacidad y benignidad al mismo tiempo; en un desahogo epistolar, siempre picante y gustoso, incluso en las malignidades hacia los contemporáneos, estas páginas, que por su genuina inspiración deben atribuirse a Grimm, juzgan con maravillosa ductilidad desde filosofía a ciencia y política. Desprovistas de los prejuicios del momento, presentan unas agudas reflexiones sobre la sociedad y la corte, sobre las condiciones de las letras y las relaciones de los filósofos y de los artistas. Entre las comunicaciones más notables está la de la muerte de Pirón (en la que se hace un vivo retrato del enemigo de Voltaire, de aquel Pirón que no fue nada, «ni siquiera académico»), en fecha de enero de 1773. Notables los testimonios acerca de las persecuciones contra Rousseau (abril de 1765 y meses siguientes), acerca de la adquisición por Catalina II de Rusia de la biblioteca de Diderot (enero de 1767). Un sinfín de referencias a Voltaire y a la Ilustración.
En realidad el barón Grimm presenta con sencillez y espontaneidad los acontecimientos y las figuras de su tiempo, al igual que si estuviera conversando; narra de una manera colorida, y el estilo del cuento lleva en sí mismo el juicio de los sucesos. El espíritu racionalista, amante de la franqueza en literatura y de la tolerancia en religión, contradistingue esta amplia obra, nacida según un concepto preestablecido, poco a poco; y al mismo tiempo explica de qué manera los varios colaboradores unieron con suficiente armonía un sentimiento de libertad interior y la exigencia de amables comunicaciones epistolares con otras mentes libres de la Europa de entonces.
C. Cordié