Obra didáctica compuesta por el retor griegosiríaco Luciano de Samosata (120-180 apr.), alrededor del año 165, hacia el final o después de la guerra entre los romanos y los partos. El propio autor divide su obra en dos partes, la primera de las cuales, la más importante, es una crítica satírica de los escritores que se ponían a componer obras históricas, como se había hecho costumbre, por una especie de manía colectiva; obras que, en realidad, dada la absoluta falta en los autores de las dotes naturales y los conocimientos necesarios, no conseguían ser sino necias adulaciones o historias novelescas y mal pergeñadas. A esta parte negativa sigue una segunda, en la cual Luciano de Samosata establece positivamente cuáles deben ser las dotes de un historiador: por naturaleza debe tener ánimo elevado y noble ingenio, y estar dotado de la facultad de expresarse claramente; debe además haber adquirido vasto y profundo conocimiento de las cosas políticas, de las costumbres, de las leyes, de las gentes que examina; haber visitado personalmente y estudiado los lugares que fueron teatro de los acontecimientos narrados; y, sobre todo, debe ser justo, imparcial, absolutamente libre y superior a todo favor de partido, preocupado sólo por referir los acontecimientos en su realidad verdadera y concreta. El estilo del historiador debe ser sencillo, claro y ordenado; el plan de la obra preciso y bien determinado.
Esta obra de Luciano de Samosata no tiene, en realidad, la calidad de un tratado de crítica histórica; pero quiere poner límites a las arbitrariedades de sofistas y retores. Demuestra en el autor notable agudeza en este género de crítica literaria, y ha tenido merecidamente gran fortuna por el interés de su tema, además de por sus méritos intrínsecos, y es el único tratado teórico antiguo de historia que ha llegado hasta nosotros. [Trad. española de Federico Baráibar y Zumárraga en Obras completas, tomo II (Madrid, 1889)].
C. Schick