Seudónimo de Carlo Lorenzini, nació el 24 de noviembre de 1826 en Florencia y murió en la misma ciudad el 26 de octubre de 1890. A los veintidós años tomó parte como voluntario en la batalla de Curtatone y Montanara, contra los austríacos (1848).
De regreso en Florencia, fundó y dirigió dos periódicos humorísticos: Il Lampione y La Scaramuccia. En 1859 luchó en la segunda guerra de la independencia italiana. En la polémica en favor de la anexión de Toscana al Piamonte empezó a utilizar su seudónimo, nombre del pueblo natal de su madre.
Escribió unas comedias mediocres (Gli amici di casa, L’onore del marito, etc.), el oscuro drama Anna Buontalenti, dos novelas insulsas (Un romanzo vapore e I misteri di Firenze) y algunos bocetos de vida ciudadana algo más logrados. A partir de 1875 se dedica a la literatura infantil, ya como narrador de cuentos tradicionales (Racconti delle Fate) o componiendo libros educativos (Juanito, v.; Pedacito).
Alentado por el éxito, cultivó la literatura didáctica (Primo viaggio di Giannettino per Vitalia, La Gramimatica di Giannettino, II libro di lezioni per la seconda classe, etc.). Sin embargo, nada de ello resulta comparable a la historia de su célebre muñeco de madera, Pinocho (v.), obra maestra de la literatura infantil mundial.
A instancias de Ferdinando Martini, que en 1880 dirigía el Giomale per i bambini, y también, según se dice, para poder saldar algunas deudas contraídas en el juego, C. puso manos a la obra, casi a desgana, y prolongó la composición del citado texto desde julio de 1881 hasta enero de 1883. En Pinocho trató con éxito un tema universal: el del muñeco que, tras varias pruebas y alternativas entre el bien y el mal, y con el auxilio del Hada de los cabellos de turquesa, encuentra a su perdido padre, Pepito, y se convierte en niño, o sea en hombre normal.
Este libro ha sido traducido a todas las lenguas. En 1887, C. traza otros argumentos semejantes para sus Storie allegre; pero el intento quedó muy por debajo de su inesperada obra maestra.
P. Bargellini