Un nombre y una fecha (1677) grabados sobre una losa sepulcral es cuanto queda de la vida de este poeta, indudablemente la figura más representativa del período cretense de la literatura neogriega; por lo demás, incluso esta misma identificación, aun cuando muy probable, no deja de ser sino una conjetura, debida a Esteban Xanthoudidis, benemérito editor (1915) del texto crítico del Erotócríto (v.) e investigador de los problemas anejos.
La citada inscripción, descubierta por él en una pequeña iglesia próxima al pueble- cito de Mochlos, en la comarca cretense de Sitia, parece ser la base más segura para tal identificación entre los cinco o seis homónimos pertenecientes a diversas épocas del período 1500-1700 hallados por el propio Xanthoudidis en escritos antiguos.
De acuerdo con el dato citado, el más lógico en relación con las circunstancias y los detalles internos del poema, la fecha de nacimiento de C. podría situarse hacia 1606. Cabe considerar a nuestro autor como uno de los venecianos helenizados en el transcurso de largos siglos de convivencia con la población isleña; sin duda conocía muy bien la lengua de Italia, como lo demuestra la utilización de episodios del Orlando furioso para el enriquecimiento del Erotócríto, inspirado en el poema francés de París y Viana (v.), que acaso leería en versión también italiana.
Ya en los pechos maternos debió de oír el habla del oriente de Creta, base de su lenguaje literario, vivo y lleno de expresión, y también las costumbres, los proverbios, los cantos y la infinita riqueza del alma cretense. En esta hipotética biografía puede admitirse como verosímil la permanencia del noble campesino C. en Castro (Candía) durante algún tiempo, a fin de estudiar y ocuparse luego allí en una profesión liberal.
Resulta asimismo lógico suponer que abandonaría la ciudad en el curso de los veinte largos años de su asedio (1645-1669) y que la retirada vida en el medio rural de sus antepasados hubo de ofrecerle, en la ociosa soledad y en contacto con las genuinas fuentes del alma popular, la ocasión y el ambiente propicios para la idea y composición del poema que habría de darle una fama póstuma.
Desconocemos, pues, en realidad, la vida del poeta, lo mismo que su semblante. Pero nos hablan por él y de él sus héroes, a quienes templaría en la llama de su propio mundo moral; los mil aforismos y sentencias esparcidos por la obra, nos manifiestan el pensamiento que la animó. En la realidad del poema, palpitante y vivo, queda personificado su autor, quien logró fundir en una síntesis artística la experiencia literaria de Occidente y las aspiraciones humanas y nacionales del helenismo durante la época del dominio turco.
Demos, finalmente, una conjetura más: el propio Xanthoudidis y muchos otros han pretendido atribuir a nuestro poeta la paternidad de la obra más antigua del teatro cretense, El sacrificio de Abraham (v.).
B. Lavagnini