Nació en Kempen (de donde Kempis), en la diócesis de Colonia, hacia 1380 y murió en Agnetenberg el 25 de julio de 1471. Dio a su apellido Hemerken la forma latina Malleolus. En torno a 1392 fue con su hermano, religioso y quince años mayor, a Deventer (Holanda). Ingresó en el convento de Windesheim, que estaba convirtiéndose en centro de la «devotio moderna», movimiento religioso que, en oposición a la tendencia especulativa de la teología escolástica, pretendía aproximar la religión y la fe a la realidad de la vida. A instancias de su hermano, Florens Radewijns, considerado jefe de la «devotio moderna», le colocó junto a una rica señora que le permitió frecuentar la escuela de Johann Boome.
Siquiera entregado al estudio, escribió himnos religiosos, para los cuales compuso también la melodía; fue ésta una actividad a la cual permaneció fiel toda su vida. Radewijns, a cuyo lado regresó después Tomas, comprendió que aquel joven algo tímido y retraído poseía cualidades no despreciables que le hacían apto para el monacato; y así, llevóle al convento de Agnetenberg, cerca de Zwolh, cenobio de nueva formación que admitía a adeptos de la «devotio moderna». No fue ordenado sacerdote hasta 1412, cuando su hermano había pasado a otra comunidad, ya que las normas de la institución religiosa no permitían la presencia de dos hermanos en el mismo convento. Enfermo aquél en el monasterio de Lünekerk, cerca de Amheim, corrió a su lado y asistióle hasta su muerte.
Luego volvió a Agnetenberg, donde permaneció de manera fija. Nombrado prior dos veces, demostró buenas cualidades de tal; las reveló también inmejorables en el aspecto didáctico como maestro de novicios; pero, en cambio, fracasó completamente en cuanto procurador, por la carencia de toda práctica en cuestiones económicas. Falleció en Agnetenberg, y fue sepultado en el claustro del convento. Dejó unas treinta y ocho obras de carácter ascético (De humilitate, Soliloquium animae, Sermones de incamatione, Sermones ad novicios), no siempre originales: atento y valioso amanuense y poseedor de una óptima memoria, acogió en su propia obra pensamientos de G. de Groote, Radewijns, J. Brugmans y otros autores cuyos textos transcribía.
Tomas no fue un teólogo; en sus enseñanzas pretende introducir en las mentes de sus discípulos no tanto conocimientos teológicos como normas de vida práctica y de formación interior de acuerdo con los preceptos cristianos. Presenta como virtudes necesarias para la salvación del hombre la humildad, la obediencia, la pureza, la paciencia, el dominio de sí mismo y el amor a la soledad. En De elevationis mentís alcanza las regiones de la mística: el alma humana tiende a Dios y se une a él en la «mystica unió», que hace ínfimas y vanas las cosas del mundo. Junto a obras de carácter histórico — vidas de santos, biografías de los principales representantes de la «devotio moderna», cabe mencionar sus Hymnen, unos cuarenta y cuatro, en los cuales utilizó a veces melodías ya conocidas y en otras ocasiones compuestas por él mismo.
El nombre del autor se halla vinculado definitivamente a La imitación de Cristo (v.), texto que, como algunos pretenden, pudiera no ser suyo. Quedan siempre, empero, su actividad de copista, que contribuyó notablemente a la difusión de la ideología cristiana, y su participación — sermones y otros escritos — en el movimiento de la «devotio moderna».
G. V. Amoretti