(Thomas More). Nació en Londres el 7 de febrero de 1478 y murió en la misma capital el 7 de julio de 1535. Humanista, jurista, político y canciller de Inglaterra para los historiadores ingleses, santo decapitado como traidor a su rey por haber conservado la fe en la «,unam sanctam» para los católicos, famoso fuera de la historia nacional inglesa y de la historia de la Iglesia por su De optimo reipublicae statu deque nova Ínsula Utopia (v. Utopía) que es sólo una de sus muchas obras (citemos por ejemplo los Epigrammata; la traducción de los diálogos de Luciano; la historia de Ricardo III; la vida de Eduardo VI; el Dialogus quod mors pro fide fugienda non sit) reunidas con las epístolas, en 1566, en Lovaina.
Muy precoz, por su celebridad como humanista y su actividad como jurisconsulto y comerciante de la City, que le había proporcionado abundantes riquezas, fue llamado, a su pesar, a desempeñar importantes cargos públicos, hasta el de canciller y embajador en las cortes francesa e imperial. Formaba parte de aquel grupo de erasmistas ingleses que trataba de realizar una reforma de la Iglesia y de la sociedad cristiana, pero estaba atento también a la vida política de su tiempo y a las transformaciones económicas y sociales; reforma social y reforma religiosa (en el marco de la Iglesia) era para él una sola cosa, como comprendieron los anabaptistas que tenían su obra entre sus textos.
En la Utopía, que según algunos, está modelada sobre las primeras noticias llegadas de América, no hay solamente la teoría de un Estado perfecto de tipo comunista, donde rigiera la libertad religiosa, sino también, en la primera parte, una crítica de la sociedad feudal inglesa de su tiempo; por ejemplo, de la práctica de los grandes propietarios de quitar la tierra a los campesinos con el objeto de dedicarla a pastos para ganado lanar, que les suministraba lana para el gran comercio internacional («Las ovejas han devorado a los hombres»). La Utopía ha sido diversamente interpretada (desde considerarla como un ejercicio literario hasta tenerla por precursora del socialismo); es, ciertamente, la obra más traducida de nuestro autor.
Pero los ideales de reforma religiosa y social de Tomás (con los que quizás esperó poder actuar en la órbita de la política de Enrique VIII aplicando la política de Maquiavelo a la realización del ideal humanista religioso) nunca habían sido para él, como para Erasmo, de ruptura con la Iglesia; reforma, no revolución, ni siquiera cisma. Por ello se negó a prestar juramento a Enrique VIII como jefe supremo de la Iglesia anglicana y a aprobar como justo su divorcio. El jovial hombre de mundo, el fino humanista, el rico y hábil comerciante y financiero, el célebre jurisconsulto, el político afortunado, fue encarcelado y decapitado, sin haber mostrado temor ni vacilación de ningún género. Se le canonizó en 1935 como «confesor».
D. Cantimori