Sebastian Franck

Nació en Donauworth en 1499 y murió en Basilea en 1542. Poco es lo que se conoce respecto de su juventud y de sus estudios. La primera noticia con­creta es de 1524: sabemos, efectivamente, que en aquel año fue ordenado sacerdote católico.

Adhirióse después a la Reforma y actuó como pastor en Güstenfelden, cerca de Nuremberg. Su participación en el movi­miento protestante asume luego una orien­tación particular: se relaciona con la ten­dencia anabaptista y con el médico y teó­logo Miguel Servet, quien negaba el dogma de la Santísima Trinidad. Obligado a dejar el citado cargo de pastor, hubo de aban­donar también Estrasburgo, donde se había establecido.

A partir de 1531 vivió durante dos años en Esslingen y trabajó como jabo­nero; luego marchó a Ulm, donde abrió una tipografía. Tampoco en esta ciudad halló la paz; por ello, en 1539 dirigióse a Basilea. Fue un espíritu inquieto y hombre de gran cultura; y en cuanto a su concepción de la vida, resultó más moderno y tolerante que muchos de sus contemporáneos.

Tra­dujo al alemán el Elogio de la locura, de Erasmo, y escribió algunos singulares y cu­riosos opúsculos, como Del vicio de la be­bida [Vom Laster der Trunkenheit, 1528] y Librito de guerra de la paz – contra la gue­rra [Kriegsbüchlein des Friedens-wider den Krieg, 1539]. El texto más significativo sobre sus ideas y temperamento es Para­dojas (v.).

G. V. Amoretti