Salvador Díaz Mirón

Poeta mexicano nació en Veracruz en 1853, murió en 1928. Uno de los más espléndidos casos de paradoja en la literatura y en la vida. Hijo de poeta, cursó los estudios de Letras, aprendió en los libros y en la Naturaleza, y logró ser un elocuente tribuno y un distinguido profesor.

Rebelde por temperamento, sirvió a la dictadura de Porfirio Díaz como diputado y a la de Victoriano Huerta como director de El Imparcial, y supo de las amarguras de la cárcel y el destierro. Se niega a humillarse «ante Aquel que enciende y apaga el día», pero escribe uno de los más bellos y emotivos poemas a Jesús.

Clama contra las tiranías en defensa de los derechos humanos, pero da muerte a Federico Walter (1892), atenta contra Juan Chapital y llega a las manos con un alumno. Quiere apartarse del moder­nismo, pero alberga en la poesía de su pri­mera época muchas de sus cualidades, que el propio Rubén Darío señala y exalta; preconiza la libertad y el ímpetu musical y renovador, para renegar después de su pasado poético y someterse a una terrible disciplina en aras del mejoramiento y la perfección técnica de su lírica.

¿Era el hom­bre que se rebelaba contra el artista o el artista, en toda su extensión humana, quien se rebelaba contra el hombre? Porque el hombre, sacudido por la violencia de sus pasiones, fue un extraordinario artista. An­tes de Lascas (1901, v.), es un romántico musical clamoroso que inicia instintivamente la marcha hacia la renovación modernista; en Lascas y después el ejemplo y recuerdo de los parnasianos lo lleva a un afán de perfección técnica y de depuración lírica que quizá resta frescura a su vigorosa inspira­ción.

Francisco Monterde afirma que «en varios de sus poemas, Idilio entre ellos, se insinúa el realismo poético de Díaz Mirón, que con él abre una de las puertas de salida del modernismo». Sus Poesías completas fueron publicadas en 1941 por Antonio Castro Leal, y en 1954 da a luz Alfonso Méndez Plan­earte un libro sobre este poeta, titulado Poeta y artífice.

Entre sus composiciones más dignas de mención figuran Epístola, Sursum, A Gloria, A Byron, Oda a Víctor Hugo, Voces interiores, Espinelas, Lance, Oración del preso, El fantasma, Beatus lile, Ejemplo, Pepilla, Vigilia y sueño y Nox.

J. Sapiña