Novelista y político venezolano n. en Caracas (1884). Una de las figuras centrales de las letras hispanoamericanas en el siglo XX. Hizo estudios universitarios de Agrimensura y de Derecho en la Universidad Central de su país, pero no llegó a terminarlos. Empleado de ferrocarriles y profesor en colegios privados, llegó a ser subdirector de la Escuela Normal y director del Liceo de Caracas (1922-1928).
Pero acabó expatriándose, y a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez (1935), regresó a Venezuela, donde fue ministro de Educación Nacional (1936), diputado a Cortes, presidente del Consejo Municipal de Caracas y presidente constitucional de la República de febrero a noviembre de 1958, fecha en que fue derrocado. Vivió después en Cuba y en México, y regresó a su país al ser éste liberado de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1958). Al llegar a Venezuela, se le concedió el Premio Nacional de Literatura por su novela titulada La doncella y el último patriota, que había publicado en México en 1957. En 1952, había publicado en Cuba otra novela: La brizna de paja en el viento. Mas ni una ni otra significan gran cosa en el conjunto de la producción de este gran novelista, cuya justa fama se basa en tres obras maestras: Doña Bárbara (1929), Cantaclaro (1933) y Canaina (1935), estudiadas ya (v.).
Se da el caso curioso de que la primera de ellas, publicada en Barcelona (España), obtuvo un premio que adjudicó la «Asociación del mejor libro del mes» por medio de un jurado en el que figuraban dos grandes novelistas españoles, dos de las primeras figuras de la literatura moderna castellana: Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró Ferrer. No deja de tener interés el resto de sus títulos: El último Solar (1921), llamada Reinaldo Solar en su segunda edición, biografía novelada de su malogrado amigo Enrique Soublette; La trepadora (1925), en la que el novelista se orienta hacia el campo, aunque sin alejarse mucho de Caracas; Pobre negro (1937), de tema rural, pero ya sin el vigor de sus grandes narraciones; El forastero (1941) y Sobre la misma tierra (1943), que no levantan tampoco el tono general de su producción. Hay que añadir sus cuentos reunidos en parte en el libro Los aventureros, título de uno de ellos (1913), etc. Algunas de sus novelas han sido llevadas al cine con gran éxito, especialmente Doña Bárbara, película que se realizó en México.
Y ahora, planteémonos esta pregunta: ¿Rómulo Gallegos es un clásico o un romántico, un realista, un naturalista o un simbolista? Realmente, es una figura literaria difícil de encuadrar en una escuela o en una tendencia. Pero su visión del llano de Venezuela, por su identificación con el paisaje y su interpretación lírica de la naturaleza venezolana, es un realista que hace poesía, es decir, es un poeta que interpreta y sublima lo que describe sin alterarlo, con una fuerza plástica y un vigor lírico sorprendente. Y en cuanto a los personajes, los crea y los traza de carne y hueso, con una crudeza humana que parece entrar en el naturalismo, pero con una tendencia simbólica evidente: doña Bárbara es la tierra venezolana, bravía e indómita, con instintos naturales implacables que encierran en el fondo un deseo de comprensión, una necesidad de afecto, pero que exigen una mano fuerte y decidida que gobierne las riendas y tenga vigor suficiente para abrir el surco; Santos Luzardo es el símbolo de la nobleza, la fuerza y el sentimiento del pueblo, que lucha con la tierra y se abraza a ella para crear una nación grande y digna. Para nosotros, Rómulo Gallegos es un artista que bebe en todas las fuentes de la inspiración y aprovecha lo que estima mejor de todas las orientaciones para construir, con espíritu romántico, la novela lírica de Hispanoamérica.
J. Sapiña