Rafael Delgado

Novelista mexicano nació en Córdoba en 1853, murió en Orizaba en 1914. Hizo sus estudios en ambas ciudades y dedi­có su vida a la enseñanza en Orizaba, la «Pluviosilla» de sus trabajos literarios.

Rea­lista como Pereda y Clarín, está más cerca del primero que del segundo por sus orientaciones tradicionales y ambiente regional, pero no por su sensibilidad poética y espí­ritu analítico, que nos hacen pensar también en un novelista posterior que desarrolló extraordinariamente tales calidades- Gabriel Miró.

Ensayó la poesía con rechazo expreso del modernismo; intentó el teatro en pro­ducciones originales (La caja de dulces, en tres actos; La taza de té, en uno) y en adap­taciones (Un caso de conciencia, de Feuillet); hizo crítica literaria, pero con propó­sitos esencialmente docentes.

Sin embargo, Delgado es ante todo y sobre todo cuentista y novelista; la novela que suele ser más esti­mada por los críticos es la titulada La Ca­landria (v.), crítica costumbrista de ambien­te social humilde; inferior a ella y de pre­tensiones románticas es Angelina (1895), que se desarrolla en un ambiente de la clase media; pero en la tercera de sus novelas largas, Los parientes ricos (1903), contrasta el autor a pobres y ricos, la vida en pro­vincias con la de la capital, en un cuadro espléndidamente trazado, pese a la acciden­tal monotonía emanada de la pasión por el detalle y a la falta de pretensiones de hon­dura psicológica.

Dos novelas cortas suyas tienen menor interés: Historia vulgar y La apostasía del padre Arteaga. Pero en los cuentos (Cuentos y notas, 1902), logra Delgado un singular perfil, que lo coloca en primera fila de los cuentistas hispanoamericanos: Epílo­go, Mi vecina, La mentira, y sobre todo El desertor, son brillantes ejemplos de la jerar­quía literaria de este notable escritor me­xicano.

J. Sapiña