Pierre Drieu la Rochelle

Escritor francés. Nació en París el 3 de enero de 1893, murió en la misma ciudad el 15 de marzo de 1945. Alumno de la Escuela de Ciencias Po­lítica e influido desde su adolescencia por las obras de los doctrinarios y los poetas de la acción, Barres, Kipling y sobre todo Nietzsche, partió para el frente en 1914 con la cabeza llena de sueños de fuerza y de gloria.

Participó en particular en las bata­llas de Charleroi (v. La farsa de Charleroi, 1934) y de Verdun; herido y hospitalizado, escribe entonces sus poemas, reunidos bajo el título de Interrogation (1917), en los que celebra, como idea superior a la lucha de las patrias, la fraternidad mística de los guerreros y los héroes.

A partir de 1920, Drieu la Rochelle intervino en todos los movimientos de su época, tentado tanto por Maurras como por el comunismo, el surrealismo y los es­fuerzos en favor de la federación europea de la política de Briand. Pero el tema que domina en su obra es la obsesión de la decadencia: lo hallamos tanto en sus ensa­yos (Mesure de la France, 1924), en los que muestra la política mundial, ya en plena era de las masas, implacable para las viejas civilizaciones refinadas como la de Francia, como en sus novelas: L’Homme couvert de femmes (1925), Bièche (1929), Une femme à sa fenêtre (1930), Extraño viaje (1933, v.), Reveuse bourgeoise (1937), cuadros lúcidos de la burguesía harto débil, libertina y des­esperada de la posguerra.

A partir de los años treinta, la política tomó una parte pre­ponderante en la obra de Drieu la Rochelle : luego de realizar vanos esfuerzos por agrupar el ca­pitalismo inteligente bajo la bandera de unión europea, evolucionó hacia el fascismo en 1934; su itinerario intelectual puede se­guirse en las colecciones de estudios filo­sóficos y de artículos políticos como Socia­lisme fasciste (1934), Chroniques Politiques (1942), en obras teatrales como Charlotte Corday (1944), Le Chef (1944), en una no­vela en gran parte autobiográfica como Gil­les Gambier (1939, v.) o en la narración mística L’Homme à cheval (1943).

Siempre soñó en una nueva Europa, a la vez aris­tocrática y socialista; ello explica su acep­tación, en 1940, de la política de colabora­ción con la alemania nacionalsocialista. La política hitleriana en los países ocupados no tardó, con todo, en asustarle y decep­cionarle, y en sus últimos escritos da como seguro el triunfo del comunismo mundial. Obligado a ocultarse después de la Libe­ración, aunque protegido por fieles amigos como André Malraux, se suicidó el día en que supo que había sido expedida una or­den de detención contra él.