Nació en 1859 en Atenas, donde murió en 1951. Junto con Palamás, estuvo al frente de la nueva orientación de la poesía neogriega.
Tras haber estudiado en su patria Leyes y Filosofía, marcha a alemania, donde permanece algunos años en Leipzig, Dresde y Berlín. Vuelto a Grecia, fue durante largo tiempo (hasta 1924) jefe de Negociado en el Ministerio de Instrucción Pública, director del Museo de Artes Decorativas (hasta 1926) y miembro de la Academia de Atenas (1927).
Desarrolló una intensa actividad en la prensa literaria y educativa, y a partir de 1922 dirigió el Almanaque de la Gran Grecia. Como conse- j ero – secretario de la «Asociación para la difusión del buen libro», fue el centro de una importante actividad editorial. Fue poeta de lozana y límpida, aunque tenue, inspiración.
El contacto con la naturaleza, serena y pacificadora, actuó en él como sedante, como se manifiesta desde la novela juvenil — con matices de idilio trágico — La hierba de amor (v.) hasta la colección vespertina (1936) Golondrinas fugitivas.
B. Lavagnini