La crítica moderna atribuye el Satiricon (v.), que los escritores latinos de los siglos I y II d. de C. no dan muestras de conocer, al primero, segundo o tercer siglo; pero ciertas alusiones a hechos, cosas y personas, aparte el estilo y el lenguaje, hacen que se prefiera la fecha más antigua, la época de Nerón. Precisamente en los años de este emperador, en 66 d. de C., murió un Petronio de notable ingenio y costumbres singulares, «arbiter elegantiae» de la Corte imperial, que se suele identificar ahora con el autor del Satiricon. Su fin es referido por Tácito en los Anales: inteligente y refinado, este rico sibarita, que había demostrado óptimas dotes como procónsul en Bitinia, y después como cónsul, fue acogido en la intimidad de Nerón y dictaba las leyes del buen gusto en la corrompida corte; el omnipotente Tigelino, prefecto del pretorio, inducido por la envidia lo acusó de haber tomado parte en la conjuración de los Pisones; cuando se dirigía a Campania para justificarse ante Nerón, recibió Petronio la orden de detenerse en Cumas y, comprendiendo que su causa estaba perdida y que era preciso morir inmediatamente, se abrió las venas, se las ató después para no morir demasiado apresuradamente, conversó sobre temas frívolos con los amigos, y castigó o premió a algunos esclavos.
Era costumbre adular a Nerón y a los cortesanos en los testamentos, pero Petronio, en sus últimos momentos escribió una documentada relación sobre las vergüenzas y los vicios del emperador; la selló, la envió a Nerón y después cesó de vivir. Durante la Edad Media y el Renacimiento se pensó que los fragmentos que habían quedado de la obra de Petronio derivaban precisamente de esta acta de acusación redactada a punto de morir, pero es increíble que el escritor pudiera componer aquellos seis o más libros después de haberse cortado las venas. La sociedad neroniana es mirada en el Satiricón con el mismo alegre cinismo y descrita con el mismo señorío que caracterizaron la vida y la muerte de Petronio. La crítica antigua y la moderna no han sabido clasificar el Satiricón en uno de los géneros literarios conocidos, porque Petronio dejando aparte las reglas, ha querido producir la ilusión de que sus personajes actúan en plena libertad, y el estilo y el lenguaje es apropiado en cada caso a su posición y a su carácter.
Así hay en la obra, novela, historia maravillosa, poema serio y parodia en verso, crítica literaria y caricatura bufonesca; y se alternan el lenguaje literario tradicional, el latín hablado por los romanos cultos y todas las variantes del lenguaje popular, incluso aquella lengua híbrida que se oía en las ciudades marítimas medio griegas (el Satiricón es un documento único y preciosísimo del «latín vulgar»): la variedad estilística subraya la confusión y la inestabilidad que caracteriza a la sociedad de la época de Nerón, especialmente en lo que se refiere a la opulencia desvergonzada y de dudoso origen de los libertos enriquecidos.
F. Codino