Nació en Neuilly-sur-Seine el 2 de septiembre de 1857 y murió en París el 25 de octubre de 1915. Abogado en el tribunal de la capital y después secretario de legación en México, abandonó la carrera diplomática para dedicarse a la Literatura (1881). Inició sus actividades en este ámbito con el seudónimo de Éliacin y con crónicas y breves relatos, escritos primeramente en un estilo duro y seco (Diogène et le chien, 1882; La bêtise parisienne, 1883) y luego con mayor agilidad (L’Alpe homicide, 1885). Su primera novela, L’Inconnu (1886), acerca de la confesión de un loco, no le reportó la gloria deseada; lo mismo cabe afirmar de las siguientes (L’Exorcisé, Flirt, etc.).
Mayor éxito alcanzaron Peints per euxmémesr de 1893, y L’armature, de 1895, arbitrarias en cuanto a sus excesos en la denigración de la sociedad aristocrática, pero de notable fuerza analítica. Al mismo tiempo iniciaba la actividad teatral con Las tenazas (v.) y revelábase vigoroso dramaturgo. Dos años después tal éxito quedaba ratificado por La ley del hombre (v.), y en 1900 el autor ingresó en la Academia. Dejado luego el drama de tesis La carrera de la antorcha (1901, v.) le afianzó en el teatro de ideas. Innegable intensidad dramática presenta El enigma (v.), del mismo año; a esta obra siguieron Théroigne de Méricourt (1902), Le dédale (1903) , Le reveil (1905), Connaistoi (1909), Bagatelle (1912) y Le destin est le maître (1914). En general, la producción de H. aparece hoy netamente caducada; la sobriedad de la forma no logra ocultar su frialdad ni la carencia de auténticos valores humanos capaces de animar unas tesis que actualmente son ajenas a nuestras maneras y mentalidad.
C. Falconi