Nació en Tropea el 2 de abril de 1770, murió en Nápoles el 13 de diciembre de 1846. Se le considera como el primero de los tres filósofos más importantes del «Risorgimento» italiano, en el triunvirato Galluppi, Rosmini y Gioberti. Hombre de ideas liberales, su temperamento, aunque vehemente en la polémica, fue escasamente revolucionario o rebelde. Inspector de contribuciones durante diecisiete años en Tropea, bajo Murat y bajo la Restauración, demostró su entusiasmo al advenimiento al trono de Nápoles de Fernando II en un soneto laudatorio.
En el mismo año 1831, cuando tenía sesenta y un años y era ya célebre por el Ensayo filosófico sobre la crítica del conocimiento (v.) — que continúa los temas ya tratados en Análisis y síntesis (v.) y es considerada como su obra más importante—, por los Elementi di filosofía y por las admiradísimas y muy útiles Cartas filosóficas, etc. (v.), pidió y obtuvo la cátedra de Lógica y Metafísica de la Universidad de Nápoles. Derrochó también actividad en los quince años de enseñanza universitaria (hasta su muerte): compuso y publicó las Lecciones de lógica y de metafísica (v.) y la Filosofía della volonta, y emprendió una gran Historia de la Filosofía, de la que sólo publicó el primer volumen.
Al mismo tiempo, el viejo barón colaboraba en los diarios napolitanos de su tiempo — el Omnibus, el Progresso, el Sibilo — con artículos en los que seguía el movimiento de las ideas, especialmente en Francia, e intervenía de un modo personal en las polémicas surgidas en torno a la «filosofía de la experiencia» en la que se advierte el influjo de Leibniz, Condillac y Kant, y cuyo principal mérito está en haber llevado, a través de agudos análisis y exposiciones críticas, a conocimiento de los italianos el movimiento de las ideas que se desenvolvían en Europa.
A. Guzzo