Nació en Cambridge (Massachusetts) el 29 de agosto de 1809, y murió en Boston el 7 de octubre de 1894. Formóse en el ambiente culto de los medios aristocráticos de esta última ciudad, en la época en la cual los fermentos del pensamiento moderno resquebrajaban ya la áurea serenidad del «período de la buena crianza». Los estudios clásicos en el clima férvido y ecléctico de Harvard contribuyeron a hacer de él un rebelde frente al riguroso calvinismo ortodoxo en que su padre le educara; su temperamento agudo e inquieto aparece revelado por la variedad de sus vocaciones. Poeta ya célebre a los veintiún años, había iniciado el estudio del Derecho, que luego cambió por el de la Medicina, cursada en Harvard y París. Empezadas en 1835 sus prácticas de hospital en Boston, fue más tarde profesor de Anatomía en Dartmouth y patólogo, actividad que no pudo anular sus inclinaciones culturales y literarias.
De esta suerte resultó una de las más notables figuras del Saturday Club de Boston, y fue íntimo amigo de Longfellow, Lowell y Howells, y un gran conversador, quizá el más brillante, de aquellos tiempos de «bas-bleus» e intelectuales de salón. Fue Lowell quien le sacó de su «letargo literario», al persuadirle en 1857 de que escribiera una serie de ensayos para el Atlantic Monthly, los cuales, reunidos el mismo año bajo el título de El autócrata del desayuno (v.), constituyeron la obra más viva y notable de H.; en esta «causerie» brillante y refinada alcanzó los matices más auténticos de su temperamento literario: en adelante, no supo ya renovar tal éxito en los volúmenes de ensayos que siguieron ni en las novelas de mayor éxito (v. Elsie Venner), y menos aún en las numerosas colecciones de poesía, que él juzgaba lo mejor de su producción.
N. D’Agostino