Nació en Novospaskoie (Smolensko) el 2 de junio de 1804, murió el 15 de febrero de 1857 en Berlín. Se le considera el fundador de la música nacional rusa. Comenzó en Petrogrado los estudios de piano con Field y los de violín con Bóhm; aprendió de un maestro italiano los rudimentos de armonía. Sobre la base de una preparación todavía incompleta y casi ele aficionado, realizó sus primeras experiencias de compositor en el campo de la música instrumental. Cuatro años (1830-34) de permanencia en Italia, a donde marchó para restablecer su delicada salud, fueron ricos para él en fructuosos contactos culturales.
Después de haber vivido en Milán, en Roma y en Nápoles, abandonó Italia, y en Berlín, en el viaje de regreso a su patria, conoció al docto músico Siegfried Dehn. Éste le indujo a aplicarse a una rigurosa preparación técnica, y especialmente al estudio del contrapunto, sugiriéndole quizá la oportunidad de incluir en la ópera motivos de música popular, a fin de dar al drama un genuino carácter nacional. Vuelto a Rusia, G. se entregó con gran celo a componer su primera obra, La vida por el Zar (v.), que fue representada con gran éxito el 9 de diciembre de 1836. Inspirada en algunos episodios de la guerra ruso-polaca de 1633, la obra agradó por su entonación patriótica, pero sobre todo por la vivacidad y por la eficacia de las intervenciones corales y de los cuadros coreográficos, en los1 que se incluían motivos o glosas de canciones y danzas populares sagazmente elaborados.
Una acogida más bien fría obtuvo su segunda ópera: Ruslan y Ludmila (v.), en la que el autor trabajó durante casi seis años. El tema es el de un poema homónimo de Pushkin y se representó en 1842 y fue celebrada por Listz, que entonces se encontraba en Petrogrado. Obligado nuevamente por motivos de salud a buscar climas más templados, marchó G. a París, donde fue calurosamente acogido por Berlioz, quien lo presentó al público francés con entusiastas artículos en el Journal des Débats y con ejecuciones de música. De 1845 a 1847 vivió G. en Madrid y en Sevilla, y luego, durante algún tiempo, en Varsovia. Tras una nueva estancia en París, se retiró en 1854 al campo de Petrogrado, donde escribió su autobiografía. La tentativa de armonizar los antiguos cánticos religiosos rusos le ocupó los últimos años de su vida: en 1856 se dirigió a Berlín para obtener, con este fin, la ayuda y el consejo de su viejo maestro Dehn.
Y en Berlín le sorprendió la muerte el año siguiente. Lo mejor de su arte se pone de manifiesto en las formas líricas y descriptivas, a las que pertenecen en gran parte las composiciones de cámara y orquestales de G.; entre éstas son notables la obertura Kamarinskaia y la Jota aragonesa, escrita en España.
V. Terenzio