Ludwig Eichrodt

Nació en Durlach (Ba­den) el 2 de febrero de 1827 y murió en Lahr el mismo día y mes de 1892. De su padre, jurista, ministro del Interior de Baden y no exento de facultades poéticas, recibió la inclinación literaria; de la madre, que según él «poseía un verdadero talento para la risa», debió de heredar la inspiración hu­morística esencial de sus obras más logra­das.

Dio ya prueba de ello en la escuela elemental, donde se atrajo las simpatías de los compañeros, entre ellos Scheffel, y ena­jenóse el favor de los profesores. A estos años se remontan sus primeros intentos poé­ticos. En octubre de 1844 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Heidelberg.

Estudió con celo y éxito, pero sin descuidar las disciplinas humanís­ticas, y dedicó el tiempo libre a la alegre y despreocupada vida de las asociaciones estudiantiles, las «Burschenschaften», donde entonces se respiraba una atmósfera liberal y patriótica. Por aquellos años conoció también a Elise Fuchs, con la que en 1860 ha­bría de contraer matrimonio.

Superado en 1851 el examen final de la enseñanza su­perior y ya en el trance de elegir una actividad, viose envuelto en vacilaciones y titubeos; pretendió ser actor, periodista, es­critor, pintor e historiador, pero acabó si­guiendo los consejos de su prudente novia y volvió a su primitiva idea de un metódico empleo al servicio del Estado.

Por tanto, empezó a trabajar como actuario en el dis­trito de Achern y, a través de una serie de cambios de residencia por sucesivos as­censos, llegó en 1871 al cargo de juez supe­rior de Lahr, donde permaneció hasta su muerte, en paz con sus superiores y rodea’ do del aprecio general.

No descuidó nunca sus inclinaciones literarias; si bien poeta mediocre en la producción lírica y dramá­tica — Vida y amor [Leben und Liebe, 1856], Los condes palatinos [Die Pfalzgrafen, 1859], Alboin (1865), Melodien (1875) —, su inge­nio halló una expresión más completa en las poesías satíricas y jocosas publicadas par­cialmente en las Fliegende Blätter (v.) y reunidas luego en diversos tomos de Poe­sías de vario humor [Gedichte in allerlei Humor en, 1853], así como en Librito de los sastres [Schneiderbüchlein, 1853] y otras obras, singularmente La alegría de cantar de Biedermeier (v.), que presentó por vez primera, y bajo una sátira bondadosa, al genio modesto de un estilo de vida y un período cultural alemanes.

M. Spagnol