(Laurentius Valla o Vallensis). Nació en tomo a 1407 en Roma, donde murió el 1.° de agosto de 1457. Fue, indudablemente, el principal humanista de la primera mitad del siglo XV, y defendió valerosamente frente a la Inquisición la superioridad de la nueva cultura. A pesar de la condena que ello le valió, mantúvose continuamente, en realidad, dentro de la ortodoxia; por ello, incluso en los momentos más difíciles tuvo siempre amigos y valedores en la curia romana. Fundamentóse en el antiguo racionalismo ético, que juzgó empobrecido por la Edad Media en perjuicio, incluso, de la misma religión. De ahí su culto casi místico al latín, al menoscabo de cuya pureza clásica atribuía la noche medieval y el fin de los valores humanístiticos.
En Elegancias de la lengua latina (1444, v.) e In «Novum Testamentum», ex diversorum utriusque linguae codi’cum collatione adnotationes (1449) no se limita a realizar una mera labor gramatical o filológica, antes bien, procura devolver a la fe cristiana las aportaciones de la antigua razón, restituir la pureza a los textos bíblicos deformados por copistas infieles o ignorantes, e indicar a los eruditos los caminos del verdadero cristianismo, ajenos a las sutilezas escolásticas y a los silogismos, fórmulas cada vez más alejadas de la lectura viva de las obras. Confirmación evidente de su espiritualidad cristiana es la composición juvenil Del placer (1431, v.), en la que compara los dos grandes sistemas filosóficos de la Antigüedad, el estoicismo y el epicureismo, y se muestra más bien partidario del segundo.
Fue profesor de retórica de la Universidad de Pavía, función que parece haber empezado a desempeñar en 1431; en 1433, empero, hubo de abandonar el cargo, a causa de su severa censura dirigida contra De insiigniis et armis, de Bartolo da Sassoferrato. Estuvo entonces en Milán, Florencia y Nápoles (1437); aquí permaneció unos diez años y fue muy apreciado por el rey Alfonso, de Cataluña-Aragón, quien le nombró secretario suyo y defendióle eficazmente en un proceso. Entre las obras compuestas por Valla durante su estancia en el territorio napolitano, cabe mencionar De la donación de Constantino (1442, v.), en la que, en apoyo del soberano frente a Eugenio IV, demuestra, con pruebas filológicas e históricas, el carácter apócrifo del documento de la donación constantiniana, e Historiarum Ferdinandi regis Aragoniae libri tres (1445- 1446), texto que escribió como historiador de la corte catalano-aragonesa.
A los primeros años de su permanencia en Nápoles se remonta el pequeño tratado Del libre albedrío (v.), muy alabado por los contemporáneos y la posteridad (Leibniz incluyó algunos de sus fragmentos traducidos en los Ensayos de teodicea, v.); en polémica todavía con el estoicismo y en defensa de la interpretación paulina, el diálogo manifiesta, frente al libro quinto de De la consolación (v.) de Boecio, la armonía entre la presciencia divina y el libre albedrío. En noviembre de 1448 obtuvo del nuevo papa Nicolás V el cargo de escritor apostólico; a causa de ello se trasladó a Roma, donde vivió hasta el fin de sus días. El pontífice siguiente, Calixto III, nombró a Valla secretario apostólico.
En el sermón Encomium S. Thomae Aquinatis reconoce los grandes méritos de Santo Tomás; pero, sin embargo, declara verdadero príncipe de los teólogos a San Pablo, quien juzgaba «inanem fallaciam» las sutilezas filosóficas. En Oratio in principio sui studii (1455), prólogo a su curso de oratoria dado en el Estudio público de Roma, agradece a la Iglesia la adopción del latín y, con ella, la salvación del patrimonio de la romanidad para su difusión en la ciencia cristiana universal.
G. Vállese