Liuben Karavelov

Nació en 1837 en Koprivshtica y murió en Timovo en 1879. Es una de las figuras más importantes de la historia de la literatura y el resurgimiento nacional búlgaros. Estudió en Plovdiv y Moscú, donde permaneció de 1857 a 1867. Los contactos con los más ilustres repre­sentantes rusos del pensamiento liberal (Chemyskevski, Dobroljubov, Pisarev, Herzen, Uspenski, etc.) fortalecieron en él la fe y los objetivos libertarios, en tanto la ávi­da lectura de los principales narradores de Rusia contribuyó a la formación de su es­tilo. Empezó a escribir en ruso; a este pe­ríodo inicial pertenecen las vibrantes Pá­ginas del libro de los sufrimientos de la estirpe búlgara [Stranicy iz knigi stradanij bolgarskapo plemeni], en el que, con eficaz realismo, aparece descrita la dura y dolo- rosa existencia del pueblo búlgaro bajo la férrea dominación otomana.

Expulsado de Rusia como sospechoso de complicidad, por lo menos moral, con la insurrección polaca de 1863, fue a parar a Serbia, donde militó activamente junto a quienes luchaban por el socialismo en la política, el positivismo en las ciencias y el realismo en la litera­tura. Escribió también en serbio, y provocó un gran revuelo con su libro ¿Acaso tiene la culpa el destino? [Je li kriva sudbina?], dura crítica de la vida belgradesa y del despotismo monárquico del tiempo, que re­cuerda a Herzen (v. ¿Quién tiene la cul­pa?) y al Chemyskevski de ¿Qué hacer? (v.). Detenido en Hungría, pasó siete años en la cárcel de Budapest, período que dio lugar a las memorias De la casa muerta [Iz mrtvog doma], inspiradas en las famo­sas Memorias de una casa de muertos (v.) de Dostoievski. Cerrada también Servia a su actividad de conspirador, buscó asilo en Rumania, en Bucarest. Al principio apoyó la acción política de Botev (v.); pero luego, convencido de que los tiempos no se halla­ban todavía maduros para los búlgaros y deseoso de entregarse exclusivamente a la literatura, abandonó toda actividad revolu­cionaria.

Libre en 1878 Bulgaria del domi­nio turco, pudo, finalmente, volver a la patria. Sin embargo, las dificultades, las fatigas y las enfermedades habían quebran­tado su salud. También su ingenio habíase agostado en la lucha política y el periodismo; y, así, K. no pudo infundir a su estilo el vigor de su ilustre y batalladora perso­nalidad humana. Los búlgaros de otros tiem­pos (v.), obra a la cual se halla singular­mente vinculado su nombre, es más bien mero indicio que prueba de sus facultades artísticas.

A. Cronia