León Dierx

Nació en la isla de la Reunión en 1838 y murió en París en 1912. En 1898, a la muerte de Mallarmé, los «jóvenes» le proclamaron «príncipe de los poetas», fer­viente manifestación que se explica no sólo por la simpatía hacia este superviviente de la generación de los grandes parnasianos, sino también por su eclecticismo pasivo más que creador.

Su lectura recordaba a Vigny, contenía las características exotéricas de Leconte de Lisie y envolvía al lector en las volutas de la sugestión musical de Baude­laire: fue, en realidad, una verdadera ca­racola sonora del «Parnasse». Para compro­barlo basta escoger al acaso entre sus co­lecciones de versos, todos ellos igualmente delicados, finos e impersonales, ya se trate de las Aspirations poétiques de 1858 como de Poèmes et poésies (1864), o bien de Paroles du vaincu (1871). La cima de esta perfec­ción-síntesis se halla en Labios cerrados (1867, v.).

La única obra no tan impersonal (pero sin excesos) es la titulada Les amants (1879), en la que la olímpica impasibilidad parnasiana aparece felizmente quebrada por la introducción de algún sentimiento autén­tico de ternura y hasta de voluptuosidad. En 1875 fue representada su obra dramática La rencontre. A 1912 pertenece la publica­ción de las Poésies posthumes.

C. Falconi