Historiador y educador mexicano n. en Campeche en 1848 y murió en Madrid (España) en 1912. Uno de los forjadores del México moderno. Hijo del jurista, político y escritor del mismo nombre (Justo Sierra O’Reilly, 1814-1861), estudió en Mérida y en la ciudad de México, y se hizo abogado. Cultivó el periodismo, y en los periódicos dispersó la mayor parte de su producción literaria y política. Fue magistrado, profesor, diputado y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes con Porfirio Díaz (1905 – 1911); durante su etapa ministerial puso en pie la moderna Universidad Nacional de México (1910) y pronunció el discurso de inauguración, modelo de oratoria, en el que trazó las orientaciones del futuro cultural de su país.
Representó a México en el Congreso Hispanoamericano de Madrid, y después del triunfo de la Revolución, el presidente Madero lo envió como ministro plenipotenciario a España, donde murió. Su cadáver fue reintegrado solemnemente a su país. Sierra es una de las figuras más completas del México moderno. Poeta posromántico de juventud, formado en Víctor Hugo y apasionado por Bécquer, hizo algunas versiones de Los Trofeos de Heredia, compuso algunas sonetos de excelente calidad y otras composiciones, algunas de las cuales, corno Playeras, por ejemplo, pasan por anticipos modernistas, según frase de Anderson Imbert: poesías suyas muy discutidas son la oda A Dios y el poema El beato Calasanz. Brillante narrador al estilo becqueriano, sus Cuentos románticos (v.) contienen pequeñas joyas como Playera (v.) y episodios históricos novelados, junto a fantasías de diversa índole. Pero el tribuno, el poeta y hasta el narrador ceden ante la personalidad del historiador y del reformador.
El discípulo de Altamirano se proyecta espléndidamente en sus reformas y en sus trabajos históricos y sociológicos: Manual escolar de Historia General (1891) y Catecismo de Historia Patria (1896), obras menores en las que ya se advierte el lírico romántico influido por las ideas positivistas, que tanto habían de influir en su obra reformadora; la Evolución política del pueblo mexicano (v.), quizá su obra fundamental; y Juárez: su obra y su tiempo (1905), que le ayudó a terminar su compatriota el historiador Carlos Pereyra. También intentó el teatro con Piedad (1870), pecado de juventud que no volvió a intentar en serio. El creador de la moderna Universidad Nacional de México fue un hombre liberal, pero realista, que no vaciló en colaborar con el dictador, pero que aprovechó la circunstancia para volcar su espíritu en las raíces de su país.
J. Sapiña