Juan María, marqués de Valdegamas Donoso Cortés

Nació el 6 de mayo de 1809 en Valle de Serena (Badajoz) y murió el 3 de marzo de 1853 en París.

Hijo de una fami­lia noble y descendiente del conquistador de México, Hernán Cortés, recibió su pri­mera formación de un preceptor madrileño que, llegado el alumno a los diez años, dio por terminada su propia misión con estas palabras: «Ahora puede darme lecciones a mí». Enviado a Salamanca, dedicóse prin­cipalmente al estudio de la Lógica y la Metafísica, y reveló precoces facultades filo­sóficas en unos apuntes de historia univer­sal redactados a los catorce años. Luego mar­chó a Sevilla, donde se graduó en Leyes a los diecinueve.

El más ilustre de los poetas españoles coetáneos, M. J. Quintana, le ce­dió su propia cátedra de «humanidades» en Cáceres. Un año después se trasladó a Ma­drid; allí diose a conocer muy pronto como poeta y se atrajo la atención del mundo político en una Memoria sobre la situación actual de la monarquía (1832).

A partir de entonces fue muy rápido su ascenso, que le llevó, progresivamente a miembro de la se­cretaría del Ministerio de Gracia y Justicia, diputado y secretario del Consejo de Minis­tros durante el gobierno Mendizábal (cargo, este último, del que luego dimitió por di­vergencias de criterio con el jefe del ga­binete, por cuanto en aquella época Donoso Cortés. se hallaba en una postura equidistante en­tre progresistas y absolutistas, aunque con evidentes inclinaciones liberales).

Al asu­mir la regencia Espartero, siguió en el des­tierro a Francia a la ex regente María Cris­tina, de la que fue secretario; en calidad de tal redactó los manifiestos enviados por la reina al país. Luego volvió con ella a España a la caída de Espartero (1843) y acep­tó el encargo de la educación de Isabel II.

Más tarde actuó durante algún tiempo como representante español en Berlín, y al re­greso de tal misión renunció, en un céle­bre discurso pronunciado en el Parlamento (1849), a sus antiguas ideas liberales y sos­tuvo la supremacía de la Iglesia en mate­ria política.

Desde ahora su actividad se orienta hacia la fusión de dos tenaces em­peños : la pacificación interna de España me­diante el acuerdo entre las dos facciones en lucha (carlista e isabelina) y la difusión de las ideologías políticas, religiosas y so­ciales con textos básicos en la literatura española del género, como el notable En­sayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1851, v.). Reanudada la acti­vidad diplomática, falleció mientras se ha­llaba en Francia como ministro plenipoten­ciario.

G. C. Rossi