Nació en 1445 (ó 1450) en Hennegau y murió el 27 de agosto de 1521 en Condé. Más bien escasas y no siempre seguras son las noticias biográficas referentes a este compositor, uno de los más famosos de su época.
Ignoramos si debió de iniciar sus estudios en la escuela de canto de Cambrai y posteriormente fue discípulo de Okeghem. Sin duda ejercieron gran influencia en su formación los contactos con otros músicos de la escuela flamenca, con los cuales pudo relacionarse primeramente en la espléndida corte de los duques de Borgoña, y luego en la de Galeazzo Maria Sforza, en Milán, adonde se dirigió en 1474.
Singularmente decisivo fue para D. el influjo de la cultura que entonces predominaba en la Italia renacentista y que le permitió consolidar sus experiencias de estilo en un claro equilibrio formal. Permaneció en Milán hasta 1479 y después siguió al cardenal Ascanio Sforza a Roma, donde, entre 1484 y 1494, fue cantor de la capilla vaticana. En las obras que compuso por aquel entonces, publicadas por Petrucci, aparece el nombre «Jusquin d’Ascanio», posiblemente en homenaje a su protector.
En el curso de su estancia en Roma debió de conocer a Hércules I, duque de Ferrara, a quien dedicó la misa Heracles dux Ferrarae, y por encargo del cual escribió el magnífico Miserere a cinco voces. Dejada la Ciudad Eterna en 1495, volvió a Francia, y hasta 1499 dirige el coro de la catedral de Cambrai; entre 1500 y 1503 vive en París, probablemente en la corte de Luis XII. Tras una nueva permanencia en Ferrara, se estableció en Condé, de cuya catedral fue prior hasta el fin de sus días.
En la producción de D., músico muy fecundo, figuran unas treinta Misas (v.), numerosos Motetes (v.), Himnos, Salmos, Canciones y algunas Ave María de exquisita factura. Como los restantes compositores flamencos, mostró una extraordinaria habilidad en el contrapunto; además, una sensibilidad pronta y animada, sostenida por una considerable transparencia espiritual, presta a su expresión, incluso en los momentos en que la estructura polifónica aparece más compleja, una admirable flexibilidad y una intensa difusión y soltura susceptibles de múltiples matices, todo lo cual confiere a su música un acento lleno de vida.
V. Terenzio