Jorge Viziinós

Nació en Vizie (Tracia) en 1848 y murió en 1896. Fue hijo de una fami­lia muy pobre. Huérfano de padre, a los diez años marchó a Constantinopla a apren­der el oficio de sastre. Posteriormente in­gresó al servicio del metropolitano de Chi­pre, y pudo, al mismo tiempo, frecuentar la escuela elemental y actuar como maestro y cantor sacro. Al dirigirse a Constantinopla en 1877 el prelado llevó consigo a Viziinós, que en tal ocasión despertó el interés del profesor Chassiotis; protegido por éste, gracias a su intervención fue admitido en la escuela de Teología de la isla de Calcis. En 1873, todavía estudiante, publicó un volumen de Primicias poéticas, que le dio notoriedad e indujo a un opulento compatriota a cos­tearle el estudio de la literatura de Atenas.

Luego de haberse distinguido en otros cer­támenes poéticos, logró ser enviado a Ale­mania, donde, aun cuando sin abandonar el cultivo de la poesía, doctoróse en Filosofía con una disertación sobre el tema El juego infantil bajo el aspecto psicológico y pe­dagógico. Llegado posteriormente a París, compuso aquí un cuento que inició su pro­ducción narrativa: Un pecado de mi madre (v.), relato inspirado en los recuerdos de la infancia y primer ejemplo de narración psicológica en la literatura griega. Se ha­llaba en Londres cuando la muerte de su protector le obligó a regresar a la patria, donde alcanzó la habilitación como profesor libre de Filosofía con una obra acerca de Plotino. Poco después marchó de nuevo a París, y más tarde volvió a Londres; allí publicó en 1884 el repertorio poético Brisas del Ática (v.). Una vez hubo regresado a Grecia definitivamente reanudó la composi­ción de textos narrativos, y fue nombrado profesor de rítmica y de arte dramático del Conservatorio de Atenas.

El reconocimiento de sus méritos literarios y el notable cargo docente parecían ser, finalmente, la compen­sación de lo que la humildad de su cuna negara al principio al pobre muchacho de Tracia. Sin embargo, una fortuna adversa le perturbó la tranquilidad al fin conquis­tada: posiblemente a consecuencia de una enfermedad juvenil, una dolencia psíquica trastornó la mente de V-, quien en algunos versos ya había aludido a los primeros sín­tomas de la enfermedad («y en mi interior cambiado el ritmo fue del mundo»); tras cuatro años pasados en las trágicas tinieblas de la locura, falleció en un manicomio.

B. Lavagnini